Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación.
Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información, o bien conocer cómo cambiar la configuración, en nuestra Política de cookies
31 Oct 2024 |
|
Varias leyendas de la Zona Este están ambientadas en la época de La ReconquistaTras la llegada de los musulmanes, a partir del siglo VIII gran parte de la Península Ibérica se convierte en el Califato de Al-Andalus con capital en Córdoba, pero los antiguos pobladores resisten en Asturias, y desde ahí iniciarán un proceso de lucha que se prolongará durante los siguientes siglos, y que ha pasado la historia como la Reconquista. Y es en este periodo histórico donde están ambientadas algunas de las leyendas más conocidas de la Zona Este. Así por ejemplo, Carabaña recuerda la historia de su Reina Mora capturada en Granada por don Ferrán de Saavedra. La leyenda cuenta que el caballero llega hasta la Vega del Tajuña tras librar batalla en el sur de la Península, y lo hace con una misteriosa mujer cubierta con un velo de seda que escondía su rostro. Cuando don Ferrán llegó a Carabaña, organizó una fiesta en el palacio, pero la Reina Mora no acudió, llorando en silencio en su habitación. Ferrán le preguntó que le ocurría, y ella le respondió que quería ser libre, a lo que el caballero se opuso. Los suspiros de la Reina Mora hicieron que el corazón de Don Ferrán se ablandase, decidiendo a la mañana siguiente liberarla, con la condición de que no abandonase sus dominios. Y así lo hizo. Cubierta de los pies a la cabeza, y con el acompañamiento de su séquito, formado por sus doncellas y tres eunucos, la Reina se acercó a los cerros que separan Tielmes de Carabaña, regresando a mediodía a palacio. Por la tarde la puesta de sol le recordó a Granada, y subió a lo más alto de los cerros para sentir el viento. Tras comprobar que no había nadie en las cercanías, la joven se quitó el velo dejando que el aire peinase sus cabellos en una imagen que se repetiría durante los días siguientes. Estas excursiones por los cerros llevaron a que descubriese una pequeña cueva en el llamado Risco del Picón, un lugar donde se resguardaba durante todo el día regresando a palacio al anochecer. Pero a pesar de que don Ferrán había exigido que nadie se acercarse a la Reina Mora durante el día, dos soldados desobedecieron las órdenes, descubriéndola sin el velo puesto, Tras ser apresados por los eunucos, fueron entregados a don Ferrán que les cortó la lengua para que no pudieran contar a nadie la belleza de la Reina, si bien en secreto les pidió que dibujasen cómo era el rostro de la mujer, algo que hicieron. Pero la Reina Mora se enteró de lo ocurrido, y considerándolo una afrenta, cayó enferma al negarse a comer. Tras siete días de agonía sin salir de la cama, fallecía siendo enterrada por sus sirvientes en un lugar no revelado de los cerros. Tras su muerte, don Ferrán enmarcó el dibujo y se dedicó a vagar por los cerros buscando su sepultura. Una noche regresó a palacio afirmando haberla visto peinándose los cabellos al atardecer desde una de las cimas, tras lo cual falleció siendo enterrado con el retrato de la Reina Mora. Desde entonces, cuentan los vecinos de Carabaña, todos los días del año la Reina regresa acompañada de tres eunucos y seis doncellas, a la roca más alta del Risco Picón donde se peina los cabellos y contempla la puesta de sol en el horizonte soñando con regresar a su tierra. También en los cerros está ambientada una conocida leyenda que transcurre en Alcalá durante los tiempos de la Reconquista. Tras conquistar buena parte de la península, los musulmanes construyeron la fortaleza de "Alcalá La vieja", una torre de vigilancia protegida por los cerros y el río de ataques extranjeros. Pero el castillo distaba mucho de ser una fortaleza inexpugnable, ya que en las cercanías se ubicaba otro cerro el de "Malvecino", lo suficientemente cercano para que un ataque con catapulta dañase el castillo. Precisamente el nombre de "Malvecino" se lo pusieron los musulmanes, conscientes de que este vecino incómodo les podía traer problemas. Y así fue: un tres de mayo de 1118, el Arzobispo de Toledo Bernardo de Sedirac ordenó el ataque del castillo, lanzando proyectiles desde el cerro vecino. Pero los musulmanes resistieron el primer envite, al menos hasta que un evento sobrenatural se produjo. De tal forma, cuenta la leyenda, sobre la cima del monte más alto de los cerros, el Ecce Homo, apareció una cruz de fuego que los cristianos interpretaron como una señal divina, y los musulmanes como un mal augurio, lo que permitió a las tropas del arzobispo de Toledo tomar el emplazamiento. Desde ese momento, y en recuerdo de lo ocurrido, el cerro donde se ubica aún hoy la fortaleza de Alkal’a Nahar es conocido como cerro de la Vera Cruz. |