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La Hermandad del Rocío y la Casa de Andalucía celebraron sus romerías
"Torrejón en mayo va de romería", y es que, al más puro estilo de lo que se va a vivir en las marismas de Doñana dentro de dos semanas, las calles de Torrejón se convirtieron este fin de semana en un hervidero de romeros, caballos y carretas, protagonistas de dos romerías distintas pero confluyentes.
Y es que, exactamente igual que ocurre en Almonte, los romeros de Torrejón parten de distintas zonas para confluir en un mismo lugar. En Huelva es la Aldea del Rocío; y en Torrejón, el Recinto Ferial. En el caso del Rocío, cada romería tiene sus peculiaridades, y en el de Torrejón ocurre lo mismo. Así, y durante la mañana, los torrejoneros pudieron ver hasta tres petaladas, varias coplas lanzadas como saetas de Semana Santa, y hasta un saludo entre las dos romerías protagonistas. Pero esto era solo el principio de un larguísimo fin de semana en el Recinto Ferial.
De tal forma, el Rocío de Torrejón 2025 comenzaba a las nueve de la mañana del sábado en una parroquia de San Juan Evangelista completamente abarrotada. Allí y vestidos con el traje campero, los Hermanos del Rocío celebraron su Misa de Romeros, el tercer acto del Triduo con el que se preparan para hacer lo que llaman la Función Principal de Instituto, es decir, el acto central de los que celebran durante el año, que viene a equivaler a las Estaciones de Penitencia en las Hermandades de Semana Santa.
Y tras la Misa, que terminaba por supuesto con la Salve, comenzaba la romería en sí. Los hombres de la Hermandad se encargaban de bajar por las escaleras de la puerta principal del templo la carreta, entre los aplausos y los "oles" de los que se congregaban en la Plaza. Y es que, a diferencia de lo ocurrido en años anteriores, esta vez el tiempo acompañó. Las nubes no hicieron acto de presencia, ni tampoco la lluvia, lo que permitió que las romerías se celebrasen tal y como estaban diseñadas.
Tras salir la carreta, y con el Coro amenizando la espera, tocaba enjaezar los bueyes, justo antes de que un ramillete de fuegos artificiales anunciase que la Hermandad comenzaba su camino por las calles de Torrejón. Un largo camino de tres horas de duración con momentos para el recuerdo, como el inédito vivido en plena calle Cardoso donde una primera petalada sorprendió a los romeros, una petalada que terminaba con la primera copla lanzada al Simpecado de la Hermandad torrejonera.
En plena calle Granados, y justo antes de llegar a Virgen de Loreto, les esperaba el resto de la comitiva, formada por caballos y carretas, que abrieron el paso a la romería. Una romería que se detuvo en la calle Veredilla para bailar y cantar sevillanas. El viaje continuaba por las calles de Torrejón hasta llegar al parque Bilbao, donde rezaron el Ángelus antes de continuar hacia la avenida de la Constitución.
Y allí en pleno puente de Loeches se producía otro de los grandes momentos de la mañana. Al entrar al subterráneo la carreta recibía una lluvia de pétalos en medio de los aplausos de los romeros, antes de que se produjese, dentro del túnel, un nuevo parón para tomar fuerzas antes de continuar la etapa final del viaje hasta el Recinto Ferial.
Y tras alcanzarlo, llegaba el fin de fiesta: los caballos se ubicaron en torno al pasillo central para rendir homenaje al Simpecado en su entrada al campamento formado por las casetas de los rocieros en un último bloque de la romería que terminaba como manda la tradición, colocando la carreta en la caseta donde iba a pasar las siguientes horas.
Y mientras esto ocurría por la zona centro y la avenida de la Constitución, el barrio del Rosario también se teñía de Rocío. Y es que a eso de las 11:30 de la mañana la imagen de la Virgen del Rocío de la Casa de Andalucía abandonaba la sede, para iniciar un viaje de tres horas por las calles hasta Parque de Cataluña. A la salida, otra petalada entre los sones del coro Marisma que acompañó a la romería. Su viaje les llevaba hasta la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, donde recibían la bendición antes de regresar al Recinto Ferial.
Y allí se produjo la sorpresa. Las dos agrupaciones que iban a convivir durante las siguientes horas decidieron realizar un acto conjunto, con intercambio de flores incluido. De tal forma, a la llegada al Ferial la Romería de la Casa de Andalucía no se dirigió hacia su sede, sino que entró por el pasillo central en dirección al Simpecado. Tras situarse justo enfrente de la caseta, e intercambiarse los presidentes sendos ramos de flores antes de fundirse en un abrazo, los Coros entonaron varias canciones en honor a la Virgen del Rocío, en un acto conjunto cargado de simbolismo, pues hacía casi quince años que ambas romerías, a pesar de compartir espacio físico, no interactuaban entre sí. Tras el saludo, la Romería de la Casa de Andalucía continuaba su camino, y lo hacía para llegar a su sede dejando la imagen de la Blanca Paloma en el lugar que ocuparía durante todo el fin de semana.
Y así terminaba la mañana pero no la Romería, pues, ya por la tarde, la música fue protagonista. Los grupos de la Casa de Andalucía, el coro Marisma, el Coro de la Hermandad del Rocío y el grupo Raya Real pusieron banda sonora a una larga tarde noche que terminaba con un momento sobrecogedor: a las doce de la noche las luces del Recinto Ferial se apagaban quedando únicamente iluminado el Simpecado de la Hermandad del Rocío por la luz de las velas, unas velas que fueron, junto a las que portaban los romeros, la única luz que acompañó a los romeros en el rezo del Santo Rosario.
A la mañana siguiente, en concreto, al mediodía y bajo un sol abrasador, los rocieros celebraban la Misa de Romeros en torno al Simpecado y preparaban ya la vuelta a casa. A eso de las seis de la tarde la Virgen de la Casa de Andalucía iniciaba el tradicional recorrido por las casetas de sus socios, antes de despedirse de ellos y regresar al interior de la sede.
Y dos horas más tarde, los rocieros de la Hermandad también iniciaban el camino de regreso, mucho más corto que en la ida y sin tantas paradas. Los romeros llegaban a eso de las nueve de la noche hasta una Plaza llena de vecinos, y es que la entrada, al más puro estilo Rocío, cada año que pasa congrega a más y más personas. Pero antes de eso, y al llegar a la calle Pesquera, la Romería detuvo el paso para bailar y tomar fuerzas de cara al final.
Ya en las puertas de la San Juan Evangelista, más sorpresas. Así tras situarse el Coro en las escaleras de la iglesia, los bueyes hincaron las rodillas para saludar a la Hermandad en un precioso momento que no iba a ser el último de la tarde. Tras desenjaezar la carreta, llegaba el momento de la entrada: los hombres tirando y las mujeres empujando hicieron subir los escalones al carro que portaba el Simpecado entre "vivas" y "oles" a la Virgen del Rocío.
Pero el espíritu rociero no terminaba ahí. Ya dentro de la iglesia, y tras colocar la carreta junto al Altar mayor, llegaba la última sorpresa. Tras una coplilla dedicada por el que fuese presidente de la Hermandad, Juan Aranda; y mientras los tambores entonaban la Salve Rociera de la Hermandad de Almonte, los niños más pequeños fueron subidos a la carreta para tocar el Simpecado al más puro estilo de lo que ocurre en la procesión del Rocío de Huelva. Era el espectacular final de un largo fin de semana que tendrá su continuidad en pleno lunes de Pentecostés en las marismas del Guadalquivir.