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16 Sep 2024 |
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Juan Carlos Hervás dará clases en NadorEs uno de los rostros más visibles de la ciudad en la defensa de una educación pública de calidad. Docente durante 23 años en Rivas, 14 de ellos como director del instituto Profesor Julio Pérez, ahora redirige sus pasos muy lejos. En concreto, a 677 kilómetros, la distancia que separa su instituto ripense del de Nador (Marruecos) donde concluirá su etapa laboral en la enseñanza. Es Juan Carlos Hervás. A principios de julio, el docente envió una misiva de despedida a ‘Rivas al Día’ en la que reflexiona sobre la etapa vivida, sobre “la urgencia de una educación pública y nuestro compromiso con ella”. “El trabajo realizado desde el instituto ha estado siempre muy vinculado al Ayuntamiento y al municipio. Y yo en concreto me siento muy unido a esta ciudad y muy agradecido por cómo me ha acogido desde siempre”, detalla en su carta. Rivas Vaciamadrid fue su primer destino. Aquí llegó para ocupar una plaza de profesor de Matemáticas, la misma asignatura que impartirá a partir del próximo curso en un instituto de la localidad marroquí de Nador, un lugar que, según reconoce, le atrae mucho. “Hace tiempo que quería tener la experiencia de la acción educativa española en el exterior, y creo que ahora lo puedo hacer por mi momento vital y porque me gustaría terminar mi vida laboral con una experiencia distinta después de tanto tiempo en el instituto Profesor Julio Pérez”, explica a ‘Rivas al Día’. En 2001, Hervás recaló en Rivas por primera vez, y también repasa ese primer momento en su escrito de despedida: “Atravesé la puerta de un instituto recién construido que no tenía ni nombre y tan solo era un apéndice del IES Europa. Ese pequeño reducto en la avenida del Levante no solo comenzaba a levantar sus paredes, sino que era terreno virgen y fértil para la aventura educativa que en él se forjó”. “Pretendíamos hacer un centro cercano a las familias, a nuestros alumnos y alumnas y a todo el profesorado que recalaba en él. Que el auténtico patrimonio del instituto fuera su comunidad educativa. Y, sin embargo, lo que logramos sin darnos cuenta fue un centro con alma que nos dignificaba y enorgullecía. Y Rivas fue la casa perfecta donde vivir ese milagro. La relación Ayuntamiento-centro educativo siempre estuvo llena de entendimiento y de cariño, y de ese caldo de cultivo nada malo podía crecer”, escribe Hervás. Así, según su experiencia “los centros educativos deben ser lugares de oportunidad para nuestros estudiantes; donde puedan experimentar lo que van descubriendo y, sobre todo, donde reciban todo el cariño que es necesario para su crecimiento y se confíe en ellos y en sus posibilidades”. Por todo, el docente concluye que “es urgente creer que la educación puede trasformar la sociedad, ahora tan necesitada de valores, coherencia y honestidad. Hordas de jóvenes críticos con su entorno pueden y deben cambiar el mundo. Pero para ello necesitan centros educativos comprometidos que no tengan miedo a recorrer caminos diferentes, aunque sean arriesgados”. Unas ideas cuyas semillas ahora sembrará donde más le necesitan. |