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26
Jul
2013
Campamento de Verano: abandono Lucía Etxebarría, expulsión Karmele y La Fábrica suicida su reallity PDF Imprimir E-mail
Los Blogs del Telescopio - El Choniblog
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Olvido, Modesto y Pedre, nominados de la semana

Es sorprendente como todo puede cambiar en pocos minutos en un reallity. El que se comenzaba a vislumbrar como gran éxito del verano, y recuperación del formato para Telecinco, comenzó anoche a desinflarse como un globo en interés y, probablemente, en audiencia. Y todo por culpa de una doble decisión del programa que recuerda mucho a las tomadas por otros en circunstancias similares.

Y es que las imágenes vistas en la Gala recordaron el mismo estilo de acoso que vivió Lorena en su primera semana de convivencia, y, en ambos casos, terminó de la misma forma: el programa, incapaz de hacer lo que hay que hacer ante situaciones de evidente mobbing (cortarlas de raíz amenazando a los acosadores con la expulsión inmediata si vuelve a repetirse la situación), prefiere que el acosado salga por la puerta, llevándose con él la audiencia y la continuidad del formato.

Lorena, al igual que Lucía anoche, salía de la casa cuando el programa en que participaba, por omisión, se posicionaba del lado del resto, si bien en el caso de la escritora la situación llegó hasta la misma agresión.

Obviamente, tendremos que esperar a que Lucía deje por completo el programa para conocer su versión de todo lo sucedido, pero de momento lo que conocemos es para echarnos a temblar: la escritora, atrapada por una organización que se negaba a dejarla marchar, intentó escaparse del recinto, teniendo que ser retenida por un guardia de seguridad. Se despedía de sus compañeros dejándoles cartas (en especial a “su” Sargento Alonso), y abandonaba el juego.

Y es que las razones para no dejarla salir eran obvias, y quedaron patentes a los cinco minutos de su salida: es el único pilar del programa, que sin ella tiene toda la pinta de ser cancelado en muy poco tiempo, además de impedir a Telecinco luchar por el mes de julio (ahora mismo Antena 3 está dos décimas por delante, y le queda una carrera de Fórmula 1 antes de terminar el mes).

Ahora, si la productora quiere salvar los muebles (nunca mejor dicho), no les queda mas remedio que meter dentro del campamento a otra “bestia televisiva” al nivel de Lucía, y sólo se me ocurren dos: Aída Nizar o Belén Esteban. No hay ninguna otra opción de salvar este formato.

Y es que el programa tenía muy claro que Lucía, y no otra persona, era la única protagonista del programa: carpeta, acoso, pastillas, acusaciones, intento de hundir su imagen y la huida del campamento. Tanto es así que el defensor de uno de los protagonistas no dudó en decir públicamente que sin Lucía el programa se hunde, enfadando, por cierto a un Joaquín Prat que debió sentirse aludido. Lucía observaba con el pinganillo en la oreja, y escribía, y lo hacía con una clarisima intención: reventar por completo el programa en directo. La producción se dio cuenta y no le dejó terminar su alegato, pero fue suficiente con lo que soltó: “aquí todos somos actores que estamos dentro por el dinero. Sabemos que el enfrentamiento provoca audiencia, y la audiencia da dinero, por lo que, a más conflicto, mayor audiencia, y, por tanto, más dinero para todos”. Claro, conciso, contundente, y demoledor para la credibilidad, no solo del formato, sino del propio concepto de telerrealidad.

Y es que Lucía está en otro discurso completamente distinto al que impera en este tipo de programas: “qué importan una camiseta o unas bragas cuando están privatizando la sanidad y poniendo tasas judiciales”, afirmaba ante unos concursantes que no tenían ni idea de lo que hablaba.

Lucía entraba en plató a la una y media de la madrugada, y lo hacía pidiendo perdón por entrar en el juego. Afirmaba no haber entendido la principal máxima de un reallity: que no tiene nada de realidad. Broncas impostadas, traiciones constantes y comportamientos absurdos y, sobre todo, incoherentes es el elemento central de todo programa de telerrealidad, un formato de entretenimiento en que cada concursante crea su propio guión, y en el que la realidad cede paso ante una buena bronca /carpeta /polémica.

Lucía, totalmente sobrepasada, se sometía a una entrevista- tercer grado con el Tribunal de la Convivencia (bonito eufemismo), en la que lo único que pedía era que terminase cuanto antes. Eso sí, Lucía aprovechó para volver a dejar al descubierto los tejemanejes del programa: al preguntarle sobre la desaparición de un peluche, la escritora no tuvo el menor problema en dejar caer que pudo ser el propio programa. El presentador salía en defensa de la productora: “producción jamas intentará buscar una polémica que no existe” (curioso que se diga esto de la productora de Sálvame, experta en crear polémicas que no existen), pero los hechos tienden a ser contumaces: la cama rota de Pedre, la desaparición del peluche, la desaparición del libro de Lucía, por cierto, encontrado en el primer sitio en que buscó Lucía, o el frasco de pastillas vacío de Lucía tienden a hacernos pensar que, o producción está metiendo mano para crear tramas, o este Campamento es propio de ser investigado por Iker Jiménez.

Ahora la escritora saldrá fuera, y tendrá tiempo para tomar las decisiones que estime oportunas, porque hay muchas cosas sobre las que se podrían tomar decisiones. Lucía podría, si quisiese, alejarse del show bussiness y volver a escribir (tal vez con una suculenta indemnización bajo el brazo para evitar las demandas que podrían llover después de todo lo que ha pasado dentro del concurso); o tal vez entrar de lleno en el juego y hartarse de hacer Deluxe, convertida en la nueva estrella de la televisión (también de aquí puede sacar un buen pellizco para pagar a Montoro).

En cualquier caso, y decida lo que decida, es evidente que, a pesar del serio riesgo para su salud, Etxebarría sabrá rentabilizar su paso, efímero, por el reallity (deseando estoy leer ese “Campamento del Infierno” que no se llamará así, pero que, sin duda, escribirá).

Al margen de Lucía, y con una evidente caída de interés, el programa intentaba rellenar las dos horas de viaje de las formas más surrealistas: dos pruebas, una en directo, y otra grabada, la expulsión de Karmele (que nunca llegó a plató), y muchos videos que, a diferencia de la semana pasada, no dieron el menor juego, ni dentro del Campamento, ni en el plató.

Y es que el programa está volviendo a cometer los errores del pasado lunes: lento, soso, aburrido, insustancial y sin ningún interés. Una bronca, sacada de contexto, como no, entre Olvido y Modesto, intentó rellenar el espacio hasta la entrada de Lucía. Y es que parece que los responsables de esta Gala no fueran los mismos que de la del jueves pasado: el avance con las tramas de la semana desapareció sin mas; en lugar de potenciar los grandes temas dosificando la información se prefirió dar más peso al plató y los concursantes, capaces de aburrir a las ovejas con una facilidad pasmosa; y, para colmo, las nominaciones, que habían anunciado serían distintas cada semana, volvieron a utilizar el lanzamiento de dardos, quitándole emoción, misterio e interés (no se cuando han contratado como guionistas al equipo responsable de cierto reallity que terminó hace mes y medio, pero la tele ha evolucionado por otros derroteros totalmente diferentes, precisamente, los impulsados por esa productora que hace una semana ofreció el supra reallity, y ayer se quedó en un reallity del montón, y del montón de los malos).

Hablando de las nominaciones, Esteban se libraba tras meterse en el barro, y los dardos elegían como candidatos a la expulsión a Olvido, Pedre y Modesto. Lucía, desde plató, se atrevía a dar su opinión sobre lo que va a suceder, y me parece que ha dado en la diana: salvado Pedre, y expulsada Olvido, que no ha estado, en absoluto, a la altura de las circunstancias. Eso sí, ya veremos que ocurre con la audiencia, porque tal vez no sea la única expulsión de la próxima semana...

 

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