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18 Ago 2013 |
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La polémica expulsión de Pedre sirvió al programa para conseguir su peor audiencia desde el estrenoYa he dicho en alguna ocasión que este Campamento de Verano tiene un serio problema (de echo, tiene alguno más, pero luego hablamos de ello): su casting provoca hastío en el público, que tan sólo se interesó por el reallity cuando participaba Lucía Etxebarría y Victor Sandoval. Ninguno de los personajes salidos de otros programas, estrellas de los 90 venidas a menos, y políticas que buscan una nueva vida, han conseguido atraer lo más mínimo a una audiencia a la que aburre soberanamente las galletas de los concursantes; el frungimiento, o no, de los concursantes con sus ex, metidas ex professo para hacer bis a bis que rellenen vídeos; o los ataques de dotes actorales de unos personajes que consideran que el que más grite conseguirá más platós. La salida de Lucía, tras la expulsión express de Carmen Bazán, acabó con todo el interés que había mostrado el gran público por el programa, un interés que se ha intentado mantener subiendo cada vez más el listón del escándalo: broncas, amenazas, agresiones, violencia, y para colmo la ducha de chocolate de Noemi, como forma de intentar recuperar una audiencia perdida que mantuviese en antena el programa mucho más allá del final del verano. Y lo peor de esta situación es que el programa tenía todos los mimbres para reinventar el género reallity de famosos, convirtiéndose en la revelación de la temporada, y augurando un prometedor futuro para la productora en un género muy competido. Pero en lugar de seguir por ese camino descubierto en la primera gala (un suprarreallity en el que presentadores, producción, y equipo del programa forman parte del espectáculo, un formato en el que la autoparodia de los concursantes y del género se convierten en verdaderos protagonistas, y un programa en el que el humor, con polémicas bien dosificadas, es el hilo conductor de una versión siglo XXI del histórico Hotel Glam) se prefirió optar por un formato abiertamente polémico, en el que se superasen, con mucha facilidad, las más elementales normas de la televisión, y en el que se pusiese al límite a los concursantes. Este formato, mucho más radical, y, por tanto, para público menos amplio, no ha enganchado a la audiencia, que el pasado jueves llevó al Campamento a su peor audiencia a pesar de la expulsión de Pedre tras su polémico pregón (por cierto, parece que Pedre se ha convertido en la nueva Argi Gastaka. La cadena sólo lo menciona de pasada, y el viernes no estuvo en el Deluxe), al no llegar al 16% de share, y clavar el millón trescientos mil espectadores, lo que supone una caída de más de un punto con respecto a la semana anterior. Y es que cuando los concursantes no tiran del carro, el programa debe ser el que tome las riendas, haciendo galas dinámicas, modficando las normas de juego para sorprender a a concursantes y audiencia, y no dedicando más de dos horas de programa a hablar de una galleta que no le interesa a nadie (como muestra de esto que digo, está el ejemplo de GH 12+1. El programa, tras la salida de Noemí comprobó como no había contenidos como para rellenar la gala, así que se sacó de la manga la sorprendente recta final: los expulsados eran finalistas y volvían a la casa con un repescado, su concursante +1. Es un juego de trileros, ya que simplemente se cambia de sitio la bolita, pero funciona tremendamente bien en televisión. Como resultado, 12+1 es considerada una de las mejores ediciones de la historia reciente del formato). Eso sí, mientras el juego no acaba de funcionar, los satélites sí lo hacen, y por todo lo alto. El Deluxe del viernes, un nuevo Campamento Deluxe dedicado casi por completo al programa (tan sólo la entrevista/montaje de Igor y Ainara y la actuación de las Abradelo no tenían relación con el reallity), conseguía una audiencia más que aceptable, subiendo del 17% de share. Así el polideluxe de Gaby, que descubrió lo ocurrido entre Doña Croqueta y Esteban (y abre la puerta a nuevas entregas de los celos de Carmen, tiempo al tiempo), y la entrevista con Mónica Pont (en la que lo más destacado fue el momento de vergüenza ajena en que la Pont comenzó a cantar el himno del Campamento mientras Lidia Lozano se tiraba por el suelo), consiguieron un buen resultado a coste casi cero. La entrevista de Mónica, en la que toda alusión a Víctor Sandoval fue omitida ¿por qué será?, se centró en las acusaciones a Rosa Benito de intentar sacar tajada de su historia con Montalvo de hace dos años, una historia que el ex míster cifraba en 200.000 euros (según la Pont eso es lo que le habrían ofrecido por hablar de la Benito en un Deluxe). Y al margen de satélites, esta noche el Campamento vuelve a abrir sus puertas, y lo hará con un programa cargado: en principio, conoceremos el nombre del nuevo explorador que sustituya a Pedre, de entre Modesto y Teresa, la madre de Mónica Pont; veremos la entrada del nuevo explorador VIP, con el abono de tres días que puede convertirse en estancia indeterminada; y conoceremos la identidad del salvado por la audiencia entre Montalvo, Olvido y Noemí (evidentemente, la salvada será Noemí, virtual ganadora del concurso). Pero no solo de concurso vive un reallity, y en este caso es más importante lo que ocurre fuera del programa. El boicot de Hazte Oír continúa generando polémica. El pasado viernes eran casi 35.000 las personas que habían firmado la petición de la Asociación, y Coca Cola cerraba su cotización en la Bolsa con números rojos por segunda jornada consecutiva. Eso sí, la compañía casi salvó los muebles perdiendo un 0,1% de su valor tras haber estado cayendo un 0,5% durante gran parte de la jornada. La productora, por su parte, decidía pasar a la acción, y tras la descarada publicidad a la marca de bebidas que hicieron en el Campamento y Sálvame Diario, El Gran Debate volvió a hablar del caso Bárcenas después de dos semanas tratando temas menos espinosos.
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