El programa comienza a tener una seria dependencia de Lucía Etxebarría ante el escaso interés del resto del casting

Las razones por las que existe la emisión 24 horas en los reallities es asegurar que toda la intrahistoria del programa acaba saliendo a la luz, mal que le pese a la productora, y por eso, cada vez son menos los programas que quieren “transparencia” total en sus emisiones. Precisamente esa ausencia de emisión ininterrumpida es la que deja en los reallities editados lagunas imposibles de rellenar por parte de los espectadores, al menos, hasta la llegada del supra-reallity.

Y es que anoche pudimos comprobar como tres concursantes se encargaban de dejar totalmente al descubierto las entrañas del Campamento de Verano de Telecinco. Gaby y Jeiko desvelaron, en directo, que Lucía había llegado a un pacto con la dirección a cambio de evitar una denuncia a la productora, pacto cuyos principales puntos descubriríamos horas después: cambio de cabañas, Lucía eligiendo compañeros, y, tal vez, expulsión de Yeyko el próximo jueves.

Y lo mejor es que, si no hubiera sido por la confesión de los concursantes, nunca nos hubiéramos enterado, ya que el programa se encargó de editar los videos de tal forma que hubiera coherencia entre esas actuaciones y la trama contada: el cambio de cabañas sería consecuencia de los ronquidos de Pedre, que pusieron al límite a Lucía, hasta el punto de estar a punto de hacerla abandonar; mientras que Jeyko tiene más de pie y medio fuera al enfrentarse a la gran estrella Karmele Marchante.

Pero lo cierto es que la intrahistoria salió a flote, y con ella, las consecuencias. Cuando el pasado jueves ocurrió el episodio del tabaco, ya advertimos, por la actitud del programa, que habría consecuencias. Y es que, puede ser esa la razón por la que la escritora haya amenazado, según Yeyko y Gabi, a la productora. Las otras razones podrían ser bastante menos consistentes: si es cierto que la concursante había llegado, el viernes por la tarde, a un acuerdo con la productora para romper el contrato, y se siguió grabando, y, lo que es peor, emitiendo, Lucía podría denunciar un uso ilegítimo de su propia imagen, generando una situación nunca antes dada en un reallity.

Pero al margen de las condiciones, lo cierto es que Lucía sigue dentro del juego, y menos mal, ya que, si algo quedó clarísimo anoche es que el programa tiene total dependencia de la escritora. El resto de concursantes son incapaces de rellenar más de cinco minutos de programa, mientras que Etxebarría es capaz de comerse la cámara durante hora y media sin pestañear. Además, todas las tramas en el campamento giran en torno a la “señora de los perros”, y su abandono pondría en peligro un programa que anoche no fue capaz de despegar en audiencias precisamente por intentar rebajar el protagonismo de Lucía.

Y es que la primera Noche de los Exploradores puede dividirse perfectamente en dos partes completamente diferenciadas: la primera hora y media, dedicada a Lucía, con drama, espectáculo, sorpresas y muy poco plató; y una segunda hora, para el resto de los concursantes que se hizo larga, pesada, aburrida y que volvió a incurrir en los errores de la primera noche del formato.

Las razones hay que buscarlas en un casting que se puede dividir en dos partes: una serie de muebles incapaces de dar ningún juego, al menos de momento; y una serie de personajes dispuestos a matar por cinco minutos de televisión, algo que no tiene por qué ser malo, si se sabe gestionar, pero que, en este caso, canta demasiado. Así, lo único de verdad en ese campamento, y el público lo nota, es un Pedre en horas bajas, una Lucía convertida en protagonista, y un Modesto que está comenzando a vivir experiencias totalmente inesperadas.

Vamos por partes. Lucía, protagonista del previo y de gran parte de la Gala, desmontó el programa en cada frase que pronunció: “esto es una prueba de cómo se cortan y se editan vídeos”, tras escuchar una conversación de días atrás en la que parecía criticar a un compañero; “Hay gente que está dispuesta a lo que sea por dinero y fama”, mientras en una ventana se veía a Yeyko y Gaby en pleno brote intentando meterse en el set donde hablaba la escritora; o “¿Alguien premia a alguien por ser humillado? Sería muy triste”, tras saber que el acoso de sus compañeros le puede hacer ganar el concurso.

Al margen de Lucía, Pedre se ha pasado los tres últimos días en el Hospital a causa de su otitis aguda, que le tiene medio muerto y a medio gas; Modesto sorprendió a propios y extraños con un beso a Yeyko; y Olvido se dedicó a cizañar entre Lucía y Yeyko-Gaby contándole a la ex de Kiko Rivera que Lucía había lanzado su ropa interior. Por cierto, hablando de Kiko, en el plató los concursantes de Supervivientes informaron del trato de favor que tenía el hijo de la Pantoja en el reallity, y que pasaba por pasarle, de contrabando, bocatas, al más puro estilo Veruskha Ramírez.

La noche terminaba con la salvación de dos concursantes: Gaby y Pedre, y dejando como nominados definitivos a Karmele y Yeyko; y un cambio de cabañas, en el que Lucía eligió a sus nuevos compañeros de sueño.