La Virgen y su hijo se encontraron por segunda vez a las puertas de la Iglesia

La Semana Santa de Torrejón terminaba por todo lo alto: la Virgen del Rosario y su Hijo se reencontraban tras la Resurrección, y con la presencia de un invitado esquivo durante toda la semana: el Sol, que comenzó a brillar justo en el momento en que la Virgen perdía el velo negro que cubría todo su cuerpo.

Esto se producía a eso de las doce y media de la mañana, pero la Procesión comenzaba casi una hora antes. A las doce menos cuarto Jesús abandonaba la Iglesia de San Juan Evangelista por la puerta principal, a hombros de 18 anderas, que tuvieron que bajar, a pulso, las escaleras de entrada al Templo.

El cambio de hora despistó a los vecinos, que no hicieron aparición hasta unos minutos después. Así, sin el himno de España de fondo, y acompañado únicamente por el sonido del bastón de madera que marcaba el paso a las anderas, el Resucitado iniciaba un viaje que le llevaría a recorrer las calles Hospital, Jabonería y Soledad para volver a la Plaza Mayor.

A eso de las doce de la mañana la que salía del Templo era la Virgen del Rosario, patrona de Torrejón, completamente cubierta por un enorme velo negro, a juego con los que cubrían los estandartes de la Junta Directiva de la Hermandad del Rosario. La Patrona de Torrejón salía de la Iglesia por la Puerta del Sol, portada por 40 anderos y también sin el acompañamiento del himno de España.

La Virgen hizo un recorrido mucho más corto que su Hijo para llegar, unos minutos antes que Él, a la Plaza Mayor de Torrejón. Allí, y hasta en dos ocasiones, la Virgen se inclinó ante su Hijo justo antes de descubrir su rostro mientras repicaban las campanas y unas palomas surcaban el cielo de Torrejón.

Una vez reunidos, Madre e Hijo iniciaron un recorrido por las calles Pesquera, Avenida de la Constitución, Jabonería y Hospital, que les llevó hasta la puerta de la Iglesia a eso de las dos menos cuarto.

Y es que la Procesión no había terminado: tras llegar a la puerta, y justo antes de entrar, las dos imágenes volvieron a encontrarse, bailando juntas y colocándose frente a frente para entrar así en la Iglesia, justo después de ser elevados a las alturas y mientras, esta vez sí, sonaba el himno de España.