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07
Jul
2023
La estela del barco pirata PDF Imprimir E-mail
Punto D Vista - Otra mirada
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Jesús Hernández Gallardo

Uno de los horizontes de mayor amplitud en la vida es el mar y, en él, se acumulan muchas historietas, unas verdaderas y otras tan imaginadas que se las llevan las olas en tan solo un golpe de mar, un suspiro del viento del oeste. Pero mientras las tormentas y las fuerzas endógenas de los océanos se van perfilando, voy a contar una historia de piratas, de las más arrebatadoras, que nos puede ofrecer el mundo marítimo y también extendida tierra adentro.

Érase una vez un barco pirata que surcaba los mares de nuestra imaginación y, por las corrientes internas del barco al estilo de Peter Pan, se arribó y merodea en el entorno marítimo de la Península Ibérica, conteniendo en sus adentros piratas de todo tipo, incluso atípicos; otros muchos al viejo estilo bucanero, con sus más expresivas historietas, deseando dar viveza y extensión caribeña.

El barco lo pilotaba Pablo, un bucanero con coleta y el ojo a la virulé, al más típico estilo de un pirata de raza. Un ejemplar arisco con los enemigos políticos y zalamero con sus gentes de la piratería, con la cual convivía en los adentros de su harén. Era especialmente chispeante con la piratería femenina, con quienes tenía un vínculo alternativo sexualmente hablando, quizá empalagoso, es decir, rompía con una y, de inmediato, entraba otra en su vida con la fluidez de los vasos comunicantes de ron y licor variado que soplaban por su gaznate.

En su tripulación aparecían personajes genuinos, unos de escaramuzas guerrilleras de los mares del Caribe y otros de la más tierna actualidad, cultivados por el propio Pablo. Es el caso de Irene, la mata-Hari igualitaria, que después de un rollete salvaje, del cual derivaron tres piratillas a bordo y unos galones ministeriales, le han dado un poder infinito en el trasatlántico de Moncloa. La pirata Irene ha montado asonadas de todos los colores, parecía un crisol cantarín. Su eslogan “sola y borracha regreso a casa” le ha dado mucho juego entre los piratas de los mares del sur, que se han pertrechado en su arco-iris multicolor y no se han bajado de él hasta la siguiente escaramuza, la del “Solo sí es sí”

Dicen las voces corrosivas de abordo, que esta ley ha sido la rampa por la cual ha pasado por la quilla, de lado a lado. Los daños causados por la liberación atronadora de delincuentes de la bodega más miserable, ha producido una insubordinación entre los piratas gubernamentales, amotinándose de manera incontrolada. Su ministerio está zozobrando y hundiéndose en los vientos de un golpe de mar.

El pirata más cruel y chulesco del barco es Chacho Echenique, que se vale de un carricoche para desplazarse de babor a estribor y de proa a popa, como un sabueso malhablado y peor encarado, que mantiene la templanza a golpe de amenazas brutales. Otros piratas ilustres y con poderío han sido Errejón, Monedero y la joya de la barcaza, Yolanda Díaz, la chuli, chachi chica de Armani, la que siempre sonríe, aunque lo que tenga que decir sea basura y desperdicio.

Llegó un momento del abordaje, en que toda la tripulación se volvió loca de atar; no pudo soportar el insistente movimiento de las olas, que los llevaban por lugares distintos, descarriándose a través de las anchas estelas de la izquierda más derivada y expansiva del mar infinito del desquicie.

El pirata Pablo salió escopetado del barco, como un poseído por el síndrome del poder gubernativo; Errejón por las broncas encastradas con todos cuantos estaban alojados en la vela mayor de la carabela, con la bandera de las tibias cruzadas y la calavera en el frontal. Por su parte el pirata Monedero tuvo que ir a dar cuentas de sus cifras, sus tesoros, de sospechosa procedencia caribeña.

Con el tiempo el barco se ha ido a pique, la vela mayor y el trinquete han perdido la horizontalidad y se han venido abajo, el vigía del carajo se ha dado un chapuzón en las aguas, dentro incluso del mismo canasto vigilante. La bandera pirata ha sido sustituida por unas siglas con el puño y la rosa de anagrama, aunque se espera un maremoto que arrastre a todo el tropel de la piratería y destruya los atalajes marineros que puedan quedar todavía en buen estado.

Se les ha prohibido arribar al puerto de Sumar, por la negatividad histérica y machacona de la chuli chachi Yolanda Díaz, quien ha preferido para toda la piratería el abismo más oscuro de los océanos, en contra de su pasado piratesco.

Jesús Hernández Gallardo

Exfuncionario del Estado

Torrejón de Ardoz

 

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