Las andas regresaban después de nueve años

Si las Hermandades del Rosario y de la Vera Cruz han pasado tres años sin llevar a su Virgen sobre los hombros, la espera de los Hermanos de la Virgen del Carmen ha sido de nueve.

Así, hay que viajar hasta 2013 para encontrar una procesión en honor de la Virgen del Monte Carmelo en que la patrona de los marineros no pasease por las calles de Torrejón en carroza.

Pero el regreso de las andas era sólo el principio de una procesión totalmente nueva que se pone, por derecho, al nivel de las organizadas por el resto de Hermandades. Y eso que, tal y como recordaba la nueva Presidenta, la Junta de Gobierno ha tomado posesión este mismo año.

De tal forma, los hermanos del Carmen estrenaban “hábito” (en realidad, camisa blanca) que uniformaba la imagen de la procesión, y diseñaban una procesión contra la que no pudo ni la ola de calor, que hizo subir los termómetros por encima de 40° en la tarde torrejonera.

Pero la tarde más importante para la Hermandad de la Virgen del Carmen comenzaba mucho antes. A las siete se reunían en la Parroquia de San Juan Evangelista con la intención de celebrar una Misa aún más Solemne de lo habitual, a lo que contribuyó la espectacular voz de una soprano desde el coro.

La Misa sirvió para recibir a los nuevos miembros de la Hermandad, a los que se impuso el escapulario, y terminaba, como marca la tradición, con el rezo de la Salve, después de que la Presidenta homenajease a una Hermandad de la Virgen del Rosario que iba a ser protagonista hora y media después.

Tras coger las andas después de nueve años, los Hermanos comenzaban un breve traslado hasta la puerta del Sol de la iglesia, que hizo honor a su nombre recibiéndoles con un intenso calor, a pesar de que ya estaba atardeciendo.

A eso de las nueve menos cuarto la procesión abandonaba la Plaza, y lo hacía para estrenar recorrido, mucho más largo de lo habitual, a pesar del calor. El motivo se descubriría en la calle Cristo, donde llegaron tras cruzar las calles Curas y Madrid.

Y allí, en plena sede de la Hermandad del Rosario, se producía un momento muy especial, cuando, al más puro estilo complutense, las dos imágenes se encontraban. Tras ser bendecidas y procederse a una ofrenda floral, la Virgen del Carmen continuó su viaje hasta la Plaza, esta vez por la calle Libertad.

Las guirnaldas de helados acompañaron a la procesión hasta el túnel de acceso a la Plaza, donde está vez los bolardos si habían sido retirados. Casi a las diez y media de la noche, la Virgen del Carmen llegaba a la puerta de la iglesia, y lo hacía para, con las últimas fuerzas de los anderos, elevarse a pulso entre los aplausos del público congregado en la Plaza antes de entrar en el templo.

Pero la procesión aún no había terminado. Acompañados por la Banda Municipal de Música, la imagen continuó su viaje hasta los mismos pies del Altar mayor, donde un último baile y una vuelta cerraron por todo lo alto una procesión que se situaba al nivel de las organizadas por el resto de Hermandades.