La Virgen de la Salud y el Resucitado se encontraron después de cuatro horas de viaje
Era la última Procesión de la Semana Santa alcalaína, y era muy especial por varias razones. Así esta vez el protagonismo no fue para las imágenes que procesionaban a costal, si no para los anónimos costaleros que las portaban.
Y es que la última Procesión de la Semana Santa alcalaína está protagonizada por los servicios de emergencia, que han resultado claves en los dos últimos años. De tal forma médicos, enfermeras, Bomberos, Protección Civil y Policía son los encargados de poner en la calle la última Procesión de la Semana Santa, la del Resucitado y la Virgen de la Salud.
Vestidos de azul celeste y blanco como marca la tradición, la Hermandad del Resucitado abría las puertas de la Catedral a eso de las ocho de la mañana para comenzar un largo viaje de cuatro horas por el casco histórico en el que los alcalaínos se fueron sumando a la comitiva a lo largo de la mañana.
Tras pasar por el convento de las Agustinas y por la calle Imagen, donde saludaron a las Carmelitas, la Procesión alcanzaba la Plaza de los Santos Niños, y lo hacía para vivir el Encuentro entre el Resucitado y la Virgen: cuando ambas imágenes se ponían frente a frente el velo que cubría a la Virgen caía para cerrar por todo lo alto la Procesión entre el sonido de las saetas de Sonia Andrade. |