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31
Jul
2020
Rivas duplicó las cacas de perro recogidas en 2019 PDF Imprimir E-mail
Zona Este - Rivas Vaciamadrid
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Foto cedida por Ayuntamiento de Rivas7.835 kilos frente a los 3.290 del año anterior

Los excrementos de los perros, además de afear la ciudad, pueden representar un peligro para la salud pública. No es solo un tema estético, también es sanitario y de higiene. Lo de las cacas es una cuestión sensible, porque pone en evidencia las actitudes incívicas de algunas personas dueñas de animales. Y es importante destacar ese “algunas”, porque, por suerte, la mayoría cumplen con todas sus obligaciones.

En 2019, el equipo encargado de esta tarea de la empresa municipal Rivamadrid recogió 7.835 kilos de excretas. Y eso es mucha caca para Rivas. La cifra no incluye las deposiciones recogidas en el barrido normal de aceras y jardinería. Se trata de una cuantía que duplica los 3.290 kilos de 2018. Aunque las previsiones para 2020 apuntan una reducción a 6.500 kilos. En cualquier caso, esas 6,5 toneladas en las calles de la ciudad confirma la necesidad de seguir pidiendo la colaboración vecinal en este sentido.

Rivas es ‘Ciudad amiga de los animales’ desde que en mayo de 2015 aprobara la Ordenanza municipal reguladora de la tenencia y protección de los animales domésticos y de compañía, uno de los textos más avanzados del país, al recoger derechos para los animales y sus propietarios, garantizando su protección y acrecentando la convivencia con las personas.

Desde Rivamadrid se explica, además: “Los compañeros y compañeras de jardinería y de limpieza viaria recogen los excrementos que se encuentran a su paso. Esto dificulta especialmente el trabajo de jardineros y jardineras, ya que los excrementos deben desecharse con residuos destinados a vertedero, mientras que los restos vegetales con los que operan deben colocarse en contenedores que se destinan a compostaje”, explican desde la empresa.

Advierten también que las deposiciones caninas pueden transmitir bacterias, virus y parásitos. Algunos de estos elementos permanecen en el terreno aún después de que la lluvia y el sol hayan disipado las heces.

Además del riesgo para la salud, los excrementos en lugares públicos son estéticamente molestos y representan una afrenta contra los derechos de otras personas sobre el uso de esos espacios: hay parques y plazas donde la infancia no puede jugar tranquila, sin estar pendiente de esquivar las heces; o donde es imposible sentarse en la hierba para disfrutar de un descanso, el juego o un picnic.

 

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