Los Reyes abandonaron el balcón para saludar desde el centro de la Plaza Mayor

Ni frío, ni lluvia, ni nieve. Esta vez las inclemencias medioambientales dejaron respirar a la Cabalgata de Torrejón permitiendo una tarde como no se había vivido en los últimos seis años.

Y precisamente por eso de que la tarde invitaba a pasear, el desfile de los Magos de Oriente recuperó el brillo de antaño, con los vecinos abarrotando las calles al paso de las 18 carrozas y 23 pasacalles que lo compusieron.

Y entre las propuestas destacaron cosas como un Genio de Aladdin de enormes proporciones, una "caja de música" que ofreció un concierto en directo, hinchables de Los Simpsons y Los Picapiedra, o los ya habituales Peter Pan gigante y Campanilla.

Habituales, pues ya era la tercera edición de la Cabalgata en la que participaban, pero desconocidos para el gran público tras varios años de cabalgatas descoloridas.

No obstante, todo eso quedó atrás, y como prueba el fin de fiesta. PuJa rememoró el espíritu de los grandes espectáculos vividos en la plaza durante la década de 2010, cuando Elsa y Los Guachis hicieron nevar, Peter Pan recorrió los balcones en un rudimentario videomapping, los Reyes Magos abandonaron la Plaza en una corona voladora, o la Reina de Corazones lanzó su hechizo sobre los presentes.

Y es que la tercera actuación en Torrejón, y la segunda en una Noche de Reyes (la primera fue el propio espectáculo de Alicia) de PuJa hizo aún más grande el fin de fiesta.

La compañía, residente en Torrejón desde hace unos meses, ofreció un espectáculo que contaba un pasaje desconocido de los personajes de J P Barney.

Después de que los Reyes abandonasen el balcón para saludar desde el centro mismo de la Plaza, Wendy contaba cómo Campanilla se había quedado atrapada en el interior de la torre de la Iglesia.

Allí la habían encontrado los piratas del Capitán Garfio, que no dudaron en secuestrarla en un barco que sobrevoló la Plaza Mayor hasta la llegada de un Peter Pan que, tras luchar con el pirata, rescató a su amiga.

Pero aún hay más, pues la alegría de Campanilla se transformó en una impresionante lluvia de confeti, humo y serpentinas que invadió la Plaza entera para poner el broche final a un espectáculo de casi tres horas y media en la noche más mágica del año.