La fusión concentrará el 80% de la publicidad en dos empresas que controlan el 50% de la audiencia

Como apuntaban todos los medios, Rajoy aprobó la fusión entre La Sexta y Antena 3, propiciando la aparición de un segundo macrocomplejo empresarial en la televisión de España, un mastodonte que englobará a cadenas que no superan el 25% de share, pero que controlarán más del 40% de la tarta publicitaria.

Y es que con la fusión son muchos los que pierden y muy pocos los que ganan: pierden los anunciantes, que verán como la cadena les impone unas condiciones mucho más que draconianas si quieren anunciarse, como la exigencia de anunciarse en todos los canales, pues el nuevo grupo de comunicación usará la pauta única publicitaria; o la compra de paquetes cerrados, en lugar de la negociación libre en mercado abierto de las condiciones de cada inserción.

Además, pierden los espectadores, que si ya tienen que soportar cortes de casi veinte minutos que hacen imposible ver un programa en cualquiera de las cadenas del grupo, ahora pueden ver incrementado aún más el número de cortes y la duración, en una muestra evidente de desprecio absoluto al espectador.

Pero quien más pierde con la fusión es el mercado de la televisión en España. Rajoy ha entregado, con la aprobación de facto de las condiciones que pedía Antena 3, el 80% de la inversión publicitaria a un duopolio que ya ha anunciado que impondrá medidas similares a sus anunciantes, algo que, además, mata a todas las demás cadenas de televisión de España, y a gran parte de los anunciantes, que ya tienen que hacer malabarismos para que, en tiempos de crisis, les sigan saliendo las cuentas para poder mantener un departamento de ventas.

No obstante, parece que al Gobierno ninguna de estas razones le convencen, y prefieren optar por otras mucho más mundanas: los confidenciales apuntaban a que la verdadera razón de la modificación de condiciones es la promesa del nuevo grupo de un cambio significativo en la línea editorial de la cadena verde, con una suavización en el tratamiento de informativos y la eliminación de programas como El Intermedio.

Por supuesto, dando a estas informaciones la credibilidad que merecen, de ser ciertas supondrían la demostración palmaria de que Rajoy es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Y es que las condiciones de las que hablan los confidenciales se parecen sospechosamente a las que prometió el grupo PRISA a Aznar justo antes de hacerse con el control del futbol allá por 2001, y meses antes de comenzar la más despiadada campaña de acoso y derribo vivida por un gabinete español en la historia de la Democracia. Rajoy está alimentando al escorpión sin darse cuenta, o tal vez dándose cuenta, de que a la mínima ocasión le clavará el aguijón. Y mientras, en lugar de cuidar al grupo que engloba a gran parte de sus votantes, lo deja morir por inanición.

Y es que esta nueva estructura publicitaria condena a la muerte a uno de los medios que más ha colaborado en la llegada de Rajoy al poder. Intereconomía, que por fin se ha deshecho del boicot publicitario decretado por Zapatero, ahora se enfrenta a una durísima travesía por el desierto en el que sólo tendrán como ayuda el que definen como su principal capital, sus espectadores, que serán los que decidan, vía crematística, si sobrevive o no el medio, ya que la financiación publicitaria se complica enormemente por culpa de aquel que decía hace ocho meses defender los mismos principios que la cadena del toro.