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29
Ago
2024
El Obelisco, escenario de una Ceremonia de Inauguración de los Juegos Paralímpicos cargada de política PDF Imprimir E-mail
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Foto cedida por Paralímpicos

Durante los parlamentos se llamó a la revolución y a acabar con los discursos de odio

Si la inauguración de los Juegos Olímpicos provocó polémica por lo visto, la de los Paralímpicos la va a provocar por lo escuchado. Y es que los discursos se convirtieron en auténticos alegatos políticos, recordando el pasado revolucionario de Francia, y pidiendo luchar contra los discursos de odio.

Así comenzaba una Ceremonia de Inauguración que, esta vez sí, permitió brillar a los atletas y el propio espectáculo, situado en el Obelisco de la Plaza de la Concordia parisina. Esta vez la propuesta del diseñador, el mismo de las Ceremonias de Inauguración y Clausura de los Juegos Olímpicos, fue mucho más sencilla.  De tal forma, una minoría inclusiva luchaba contra una mayoría uniformada hasta conseguir cambiar su forma de ver el mundo.

El Obelisco, convertido en verdadera estrella de la ceremonia, lució los colores de la bandera de Francia durante un espectacular izado que aumentó el sentido patriótico del evento. Y es que la bandera y los símbolos del país estuvieron presentes durante las casi cuatro horas de ceremonia: una gigantesca bandera tricolor servía de capa para el pianista que puso música al desfile de los atletas, los colores llenaron el cielo a través de las estelas de aviones, y hasta el mismo inicio de la ceremonia mostró con humo la bandera del país. Tanto es así que, hasta en el momento del encendido del pebetero se coló una referencia simbólica francesa, como es el baile polinesio que acompañó a los paraatletas en el inicio de un largo acto que terminó en las Tullerías. Un encendido acompañado por la música del Bolero de Ravel que terminaba con el encendido del pebetero que volverá a iluminar París durante los once próximos días.

Y es que la música fue protagonista absoluta de la tarde, con versiones de clásicos y hasta bandas sonoras como la de Amelie trufando el espectáculo. París dio este miércoles la bienvenida a las 169 delegaciones nacionales que competirán en los Juegos Paralímpicos hasta el próximo 8 de septiembre con la primera ceremonia inaugural de la historia celebrada fuera de un estadio y con un mensaje revolucionario por la inclusión social de las personas con discapacidad.

El espectáculo tuvo lugar en el corazón de la capital francesa con un desfile de los equipos desde los Campos Elíseos -considerada como la avenida más famosa del mundo- hasta la emblemática plaza de la Concordia y con el broche final en el Jardín de las Tullerías.

Esa ceremonia sin precedentes se prolongó durante casi tres horas y media, y contó con la presencia en el palco de autoridades de los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y del Comité Paralímpico Internacional (IPC, por sus siglas en inglés), Andrew Parsons.

El acto de apertura se basó en la inclusión social de las personas con discapacidad bajo el lema ‘Paradoja: de la discordia a la concordia’ y contó con la participación de cerca de 500 artistas -varios de ellos con discapacidad-, que alternaron espectáculos de música y danza. Fue seguida ‘in situ’ por decenas de miles de personas y, previsiblemente, por unos 300 millones de telespectadores de todo el mundo.

La plaza de la Concordia, la más grande de París y escenario de acontecimientos simbólicos de la Revolución Francesa, como la ejecución del rey Luis XVI y la princesa María Antonieta, fue rebautizada después con su nombre actual. Simboliza la transición de la ‘discordia revolucionaria’ a la concordia y la reconciliación nacional, representada por un antiguo obelisco procedente de una de las campañas de Napoleón en Egipto.

La dirección artística quiso mostrar al mundo que las personas con discapacidad -que representan un 15% de la humanidad- se exponen a desafíos diarios, por lo que el objetivo era contrarrestar las opiniones preconcebidas de este sector de la población, es decir, erradicar las exclusiones en favor de la inclusión.

Ese lugar se convirtió en un teatro al aire libre con un escenario en torno al obelisco y rodeado de seis tribunas, cuyos espectadores vieron desfilar a los miembros de las 169 delegaciones nacionales participantes.

Théo Curin -nadador francés que compitió en los Juegos Paralímpicos de Río 2016- abrió la la ceremonia tras aparecer al volante de un taxi cubierto de ‘Phryges’, el gorro frigio que representa las mascotas de París 2024.

Tras la presentación de Macron y Parsons, que presenciaron el espectáculo desde la tribuna oficial, alrededor de 140 bailarines sin discapacidad representaron una ‘sociedad estricta’ resistente a los cambios y otros 16 sin discapacidad encarnaron un carácter más abierto.

Ello provocó situaciones discordantes que permitían reconocer comportamientos sociales, como paradoja de una sociedad que reivindica la inclusión, pero no integra plenamente a este último sector de la población. Al final, y a los sones de una canción de Edith Piaf, ambos grupos se acercaron y se enfrentaron.

Posteriormente, comenzó el desfile de las delegaciones nacionales después de que aviones de la Patrulla de Francia humearan el cielo parisino con colores franceses y se desplegaron 16 banderas gigantes.

Al ritmo del DJ francés Myd, se sucedieron las llegadas de deportistas y demás acompañantes de los equipos, que recorrieron parte de los Campos Elíseos. Una quincena de ‘Phryges’ paralímpicos acompañaron en el ambiente festivo.

La expedición española apareció en el 48º puesto, abanderada por la judoka Marta Arce y el tenista de mesa Álvaro Valera, que comandaron un grupo de cerca de 160 personas, entre deportistas, técnicos, médicos, fisioterapeutas y personal administrativo.

Tras otra fase artística, se izó la bandera francesa al son del himno nacional de ese país (‘La Marsellesa’) y llegó el turno de los discursos. “Bienvenidos al país del amor y al país de la revolución”, indicó Tony Estanguet, presidente del Comité Organizador de los Juegos de París 2024, antes de añadir: “Empezamos la más bella de todas las revoluciones: la revolución paralímpica. Los revolucionarios son ustedes, los deportistas”.

Estanguet recalcó que los deportistas paralímpicos no tienen “ningún límite”. “Esa es la revolución paralímpica. Una revolución dulce, pero que nos va a cambiar a todos”, dijo, antes de sentenciar: “París 2024 va a hacer la más divertida revolución que se haya visto”.

Por su parte, Andrew Parsons dio la bienvenida al “evento deportivo más transformador del mundo”. “En un mundo lleno de odio, de conflicto y de exclusión, el deporte nos reúne aquí para celebrar la diferencia”, subrayó.

Parsons destacó que los deportistas paralímpicos “abrirán la mente a lo grande” porque no sólo buscan la “gloria personal”, sino también “igualdad e inclusión para todas las personas con discapacidad”. “París 2024 comienza una revolución: la revolución de la inclusión. Libertad: el derecho a vivir libremente y sin opresión. Igualdad: toda persona con discapacidad tiene derecho a vivir libre de barreras, discriminación y marginación. Fraternidad: todas las personas formamos parte de la misma familia: la humanidad”.

Después, Macron declaró inaugurados oficialmente los Juegos Paralímpicos, lo que dio paso a un espectáculo coreografiado en el que los dos grupos anteriores se unieron combinando danza, deporte y arte en un juego ficticio que resaltó el trabajo en equipo, donde personas con y sin discapacidad inventaron nuevos deportes en los que todos podían participar y superan sus diferencias.

John McFall, atleta que compitió en Pekín 2008 y primer astronauta con discapacidad en incorporarse a la Agencia Espacial Europea, llevó la bandera paralímpica a la plaza de la Concordia, donde se izó al compás del himno paralímpico. Y hubo juramentos realizados por dos deportistas, un juez y un entrenador, que se comprometieron a respetar y promover los valores paralímpicos (determinación, igualdad, inspiración y coraje).

La ceremonia concluyó con uno de los momentos más deseados: el encendido del pebetero paralímpico. La llama, que por la primera vez en la historia se encendió en Stoke Mandeville (Reino Unido), cuna del deporte paralímpico, entró en la plaza de la Concordia rodeada de más de 150 bailarines e intérpretes con antorchas encendidas, que bailaron al ritmo de ‘Bolero’, de Maurice Ravel, una de las partituras de ballet más interpretadas del mundo.

Mientras, la llama paralímpica avanzó hacia el pebetero -el mismo que en los Juegos Paralímpicos-, con forma de globo de 30 metros de alto y 22 de diámetro, como homenaje al primer vuelo de hidrógeno, llevado a cabo por el físico Jacques Charles y su ayudante Ainé Roberts en el Jardín de las Tullerías en diciembre de 1783. Mientras, los hermanos Montgolfier desarrollaban su globo aerostático, que serviría de base para el primer vuelo humano, realizado en la capital francesa.

Hasta ese lugar llegaron varios portadores de la antorcha paralímpica y cinco de ellos prendieron la llama. El globo, con un anillo de fuego de unos siete metros de diámetro, se elevó unos metros para volver a iluminar el cielo de París.

Como fin de fiesta, varios artistas inundaron de color el escenario de la plaza de la Concordia, con sillas de ruedas girando como esculturas de luz a los acordes de ‘Born to be alive’ (‘Nacido para vivir’), del cantante francés Patrick Hernandez. Así, reinó la concordia.

 

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