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30 Oct 2017 |
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La senda natural que une Olmeda y Nuevo Baztán esconde una terrible leyendaHoy es una senda natural protegida que une las localidades de Olmeda de las Fuentes y Nuevo Baztán, pero pocos saben que hace muchos siglos la Senda de Valmores acogía una aldea próspera en la campiña de Las Vegas, una aldea que prácticamente de un día para otro fue abandonada por sus habitantes tras producirse, según la leyenda, un terrible crímen sacrílego. Todo comenzaba allá por el siglo XIV, cuando la tranquilidad de la aldea se veía interrumpida por la llegada de una nueva “dueña”. Y es que el señor feudal decidió, nadie sabe por qué, vender las tierras a una mujer de oscuro pasado relacionado con la brujería. Enseguida los valmoreños entendieron que nada iba a ser igual, ya que el pueblo fue invadido por una guardia oscura que trasladaba los deseos de la Señora de Valmores, unos deseos entre los que se encontraban tener a su servicio a todas las mujeres del pueblo para trabajar en su casona, e impedir que los hombres hablasen entre sí mientras cultivaban las tierras. Lógicamente, los vecinos no acataron demasiado bien las decisiones de la “dueña” y enviaron al alcalde, Martín “El Molinero”, a entrevistarse con la Señora, una entrevista que dejó muy claro las dotes “democráticas” de la mujer: ordenó la expulsión de sus tierras del hombre después de darle latigazos. La dureza de trato hizo que todos obedeciesen sin rechistar a la Señora, pero la tranquilidad duró poco, ya que, pensando que los tenía controlados, la Señora de Valmores aumentó sus exigencias, subiendo el diezmo de las cosechas que debían entregar. Como es lógico, la decisión de subir los impuestos generó una revuelta en el pueblo que, de nuevo, la Señora de Valmores aplacó con dureza: secuestró a todas las mujeres en su caserón impidiéndoles volver a casa tras su dura jornada de trabajo. La decisión de la Señora volvió a acallar a los hombres, que aceptaron el pago del nuevo diezmo, si bien no todos lo cumplieron. Demostrando más inteligencia que el resto de sus vecinos, un joven de nombre Rogelio quemó delante de los guardias los sacos de trigo en lugar de entregarlos. Rápidamente Rogelio fue detenido y conducido a presencia de la Dama, que debía dictar su orden de muerte. Pero cuando la Señora vio a Rogelio la historia dio un giro inesperado, al quedar locamente enamorada del joven campesino, al que intentó agasajar con vino y caricias. Rogelio se dejó querer, pidiendo a su “amada” la liberación de las mujeres a cambio de quedarse con ella. Pero, tras comprobar que las mujeres ya no estaban dentro de la casona, el propio Rogelio intentó escapar descolgándose con una cuerda desde la ventana del torreón donde la Señora se acababa de quedar dormida tras yacer con él. Y la “fuga” hubiera terminado bien de no ser porque uno de los guardias oscuros de la Señora vio al campesino dando la voz de alarma. Tras escuchar el movimiento en la casona, Rogelio huyó todo lo rápido que pudo con los guardias pisándole los talones y yendo a refugiarse en la iglesia del pueblo, consgrada a Nuestra Señora de Valmores, donde se acogió a sagrado. La Señora había dictado orden de matarlo allá donde se encontrase, y eso mismo hizo uno de sus sirvientes, colándose en el templo y matando al joven de una puñalada en el corazón a los pies de la imagen de la Virgen mientras pedía clemencia. La Señora ordenaba, al día siguiente, exponer su cuerpo clavado en una pica en la Plaza del pueblo como advertencia al resto de sus “súbditos”. Pero esta vez el miedo no fue suficiente. Los vecinos, tras conocer el sacrilegio cometido, hicieron aumentar de forma exponencial los rumores de que la Señora era una bruja y que el pueblo estaba maldito por el terrible crímen cometido en sagrado. Ese mismo día los lugareños abandonaron la aldea de Valmores fundando un nuevo pueblo conocido como Olmeda de las Cebollas que se convertiría con el paso de los años en Olmeda de las Fuentes y dejando el lugar despoblado al considerarlo un paraje maldito. El final de la Señora tampoco fue mucho mejor, ya que ni sus propios guardias entendieron la orden de cometer un sacrilegio, algo que provocaba que poco tiempo después la Dueña fuera encontrada muerta en su casona y sin nadie que se atreviese a enterrarla. |