La tarde-noche de ayer Torrejón vivió una procesión igual a las de Semana Santa. Igual, pero no idéntica, y es que lo que se celebraba era la Exaltación de la Cruz, Fiesta grande de la Hermandad de la Vera Cruz; además, a diferencia de lo ocurrido en marzo, aquí los colores que predominaban eran el blanco y el azul, en lugar de el morado y el negro; y para terminar, en esta procesión, a diferencia de lo sucedido hace seis meses, participaron, entre otras hermandades y cofradías, las cuatro hermandades de Torrejón.

Y es que este hecho, que debería ser relativamente normal, ha sido impensable hasta hace solo unos meses. El desencuentro casi proverbial entre la Hermandad del Rosario y la Vera Cruz parecía que se iba a prolongar toda la vida, pero ambas han decidido iniciar una nueva senda en común que, sin duda, tendrá repercusión en las Fiestas Patronales.

Pero no es el único cambio vivido en la Procesión de anoche: la Exaltación fue la primera procesión organizada por la Vera Cruz desde el cambio de junta directiva, y, por tanto, la primera sin Francisco de la Calle como Presidente de la Hermandad. Y es que de la Calle ha estado al frente de la Vera Cruz durante ocho años, hasta el pasado mes de julio. Sin embargo, eso no se notó en exceso en la nueva liturgia: el ex presidente sigue ejerciendo como costalero, al igual que ha hecho durante su mandato. La nueva Presidenta, Yolanda Rodríguez, por su parte, ejerció como tal acompañando a las autoridades durante el recorrido, y pronunciando un breve discurso durante la Misa previa.

Precisamente esa Misa previa comenzaba a las siete de la tarde en una Iglesia de San Juan Evangelista totalmente abarrotada, y es que a los habituales (hermanos, feligreses, hijas de María, autoridades…) hubo que sumar la presencia de cien jóvenes misioneros que se encuentran en Torrejón desde hace unos días propagando la fe. Ellos tuvieron un papel destacado durante la Procesión, pues se encargaron de reclutar vecinos para que se unieran a la peregrinación.

La procesión en sí comenzaba a las ocho y veinte de la tarde, cuando la talla del Cristo de la Vera Cruz abandonaba la Iglesia por la Puerta del Sol dispuesto a iniciar un recorrido temático: calle Los Curas, La Cruz y Cristo, para terminar en San Isidro, y lo hacía portado por anderos de la Hermandad, aunque en un momento del recorrido cedieron su lugar a dos monjas y al sacerdote de la Parroquia.

Sin embargo, lo mejor estaba, como siempre, justo al final: cuando el Cristo volvió a la Iglesia se encontró a la puerta a su Madre, la Virgen de la Soledad, advocación también de la Hermandad, que salió a recibirlo. También a la entrada le esperaba el Coro de la Hermandad del Rocío, que no dudó en cantarle sus tradicionales Sevillanas del Cristo de la Vera Cruz.

Tras el ínterin musical, las dos tallas se encontraron, y Cristo se puso de pie para saludar a su Madre, provocando que ambas tallas se elevaran al cielo entre una lluvia de confeti. Tras el encuentro, mucho menos doloroso que los de Semana Santa, las dos tallas entraron en la Iglesia, donde esperaba la última sorpresa de la Procesión: justo en la entrada de la Iglesia el coro de la Hermandad del Rocío ofreció a la Virgen de la Soledad el estreno de la nueva Salve compuesta en su honor.

Pero en el recorrido no estuvieron solas las hermandades torrejoneras, Hermandad del Rosario Coronada, Hermandad del Rocío, Hermandad del Corpus Cristi, y Hermandad de la Vera Cruz; sino que acudieron otras cuatro hermandades desde la Comunidad: la Borriquilla de Madrid, la Almudena, la Virgen de la Cabeza de Alcalá, y la Virgen de las Angustias.

No obstante, la última diferencia entre la procesión de ayer y las de Semana Santa la sintieron todos los que acudieron a ella: en esta ocasión, el tiempo acompañó durante las más de dos horas de trayecto, incluso con un típico calor septembrino, en lugar de la ya tradicional lluvia abrileña.