13
May
2012
Una gran romería recorrió las calles de Torrejón para celebrar el Rocío Imprimir
TorreNews - Sociedad Torrejón
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Los romeros cruzaron Plaza de España en su viajeCaballos, calesas y romeros acompañaron al Simpecado hasta el Recinto Ferial

Ayer Torrejón fue rociero, al menos, por unas horas, y es que la Hermandad del Rocío celebró su gran romería previa al viaje a Almonte que realizarán dentro de dos semanas. Y no estuvieron solos, miembros de la Hermandad de la Veracruz y de la Hermandad del Rosario acompañaron a los rocieros en una larga marcha hasta el recinto ferial bajo un fuerte sol de primavera.

Pero la mañana comenzaba a cubierto, con la celebración de la Misa de Romeros, último elemento del Triduo Solemne de la Hermandad, y en la cual se hace la Protestación de la Fe, es decir, la renovación del voto y juramento de los misterios relacionados con la Virgen. La celebración litúrgica, como es habitual, terminaba con la Salve Rociera en dirección a la carreta donde se expone el Simpecado, y en el cual también hay una imagen de la Virgen del Rosario, patrona de Torrejón.

Terminado el oficio religioso, comenzaba el largo viaje hasta el Recinto Ferial. Algo antes de las diez y media de la mañana, y en medio de una lluvia de pétalos de rosa, la carreta salía de la Iglesia de San Juan Evangelista para ser enjaezada a dos bueyes. Belmonte y Secretario, encargados de conducirla por las calles de Torrejón.

Después de hacer hueco entre la multitud que se apelotonaba a las puertas del templo, la comitiva, abierta por un caballo conducido por el portaestandarte de la Hermandad, comenzó su viaje, y lo hizo bordeando la Plaza, y dejando el primer gran momento de la Romería: a las puertas del Ayuntamiento el Coro de la Hermandad dedicó unas sevillanas al Simpecado y realizó una ofrenda floral entre los tradicionales “vivas” a las distintas representaciones de la Virgen.

El viaje continuaba, con un pífano y un tambor marcando el paso, para atravesar las calles de San Isidro y Cristo, y llegar al Intercambiador, donde esperaba el resto de los romeros: medio centenar de caballos, incluido algún poni, y unas cuantas calesas, que iniciaron su viaje precediendo a la Romería.

Los romeros, vestidos de paseo, y tocados con un sombrero especial en el que podía leerse Torrejón, enfilaron la Avenida de la Constitución mientras entonaban las primeras notas de las Sevillanas de Torrejón: “Los colores de mi pueblo son amarillo y morado”, para internarse en el subterráneo Paso de Loeches.

Los caballos lo atravesaron sin problema, si bien tuvieron que agilizar el paso para ascender la cuesta, mientras que los romeros aprovecharon la sombra del subterráneo para arrancarse por sevillanas. Detrás, una enorme multitud de peregrinos también atravesó el Paso que les llevaría hasta la Carretera de Loeches.

Poco a poco el recinto ferial se iba acercando, tanto para los caballeros, como para los que iban a pie, entre los cuales se encontraban la Junta de la Hermandad y los políticos, liderados por el alcalde, portando las varas tradicionales.

Tras entrar en la calle Alcuñeza el Recinto Ferial comenzó a vislumbrarse, por lo que la comitiva supo que la Romería estaba llegando  a su fin. Pero aun quedaba el fin de fiesta: los caballos, que habían adelantado camino por la calle del Río, se colocaron en dos filas para que la carreta pasase por el pasillo dejado, momento en el que los equinos bajaron la testuz en señal de respeto a la Virgen.

A esas horas el Recinto Ferial ya comenzaba a parecerse a un campamento, pues las distintas tiendas de los romeros estaban instalándose, con una curiosa peculiaridad: todas lucían en sus fachadas un cartel recordando que este año se cumplen veinte desde la fundación de la Hermandad.

Los romeros llegaron así al altar preparado en el recinto, y donde descansará la carreta hasta esta tarde, pero antes de colocarla, todos juntos rezaron el Ángelus y el himno de la Hermandad, después de liberar a los dos bueyes de sus yugos.

La tarde, bajo un sol de justicia que fue dejando paso a una agradable brisa, transcurrió entre cantes y bailes, para llegar a uno de los momentos mas espectaculares de la celebración a las doce de la noche: el rezo del Rosario. Todos los romeros se acercaron al altar, donde rezaron y cantaron, entre las velas encendidas, los misterios marianos del Rosario.

Y doce horas después, si se cumple el horario previsto, comenzará la Misa de Romeros, segundo gran acto litúrgico de la Romería que servirá como punto y final a una celebración que terminará a las siete de la tarde con el retorno del Simpecado por las mismas calles que visitó ayer.