25
Oct
2011
Aguirre impone la Gran Cruz del 2 de Mayo a la viuda de “Antoñete” Imprimir
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Esperanza Aguirre dio su último adiós a Antoñete. Foto cedida por CAMEl torero moría el pasado sábado

La presidenta regional, Esperanza Aguirre, entregó hoy a la viuda de Antonio Chenel, “Antoñete”, la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo que la Comunidad de Madrid concede, a título póstumo, al torero, fallecido este fin de semana. Con esta distinción, el Gobierno regional reconoce la contribución de “Antoñete” al mundo del toro, como uno de los matadores referentes de la segunda mitad del pasado siglo, especialmente en Las Ventas.

Además, el Ejecutivo regional pone de manifiesto la gratitud y admiración de los madrileños por las aportaciones y trayectoria de “Antoñete” a la cultura madrileña. “Antoñete” ya había sido distinguido con las mayores condecoraciones de la Comunidad de Madrid al recibir en 1992 la Medalla de Oro. Desde 1949, año en el que se vistió de luces por primera vez, “Antoñete” ha tenido una larga carrera que le llevó a consagrarse como uno de los espadas más destacados del escalafón. Tras su retirada de los ruedos, “Antonete” siguió vinculado al mundo del toreo.

Aguirre, que se desplazó a la capilla ardiente para dar el último adiós al torero en la Plaza de las Ventas, calificó a “Antoñete” como un torero “valiente y artista”, al que han admirado “muchísimo todos”, por lo que su muerte es “una grandísima pena para todos los aficionados y los no aficionados”. El Gobierno regional entrega la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo a aquellas personas o instituciones que, de una manera singular, se han destacado por sus servicios o contribuciones a los madrileños. Entre los distinguidos en anteriores ediciones con este galardón, que se suele entregar en el tradicional acto de conmemoración del 2 de Mayo en la Real Casa de Correos, destacan personalidades como Mariano Barbacid, Enrique Morente o la Baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza.

Este año, el toreo también se vio reconocido con la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo al ganadero Victorino Martín por toda una vida entregada a criar toros de lidia y por engrandecer la Fiesta con la bravura y la nobleza de su hierro. La Comunidad de Madrid ha sido, además, pionera en la declaración de la Fiesta Nacional como Bien de Interés Cultural (BIC). Con esta protección, el Ejecutivo regional defiende la relevancia social, económica y artística del toreo para Madrid y toda España. Asimismo, con esta declaración, la Comunidad impulsará el estudio y la investigación de la tauromaquia y preservará e incentivará la documentación histórica en todos sus formatos.

El diestro, nacido en Madrid el 24 de junio de 1932, se inició en el mundo del toreo a finales de los años 40 en capeas y becerradas, mientras que el 5 de junio de 1952 se presentó con una novillada en Las Ventas. Tomó la alternativa el 8 de marzo de 1953 en Castellón de la Plana, con Julio Aparicio como padrino y Pedro Martínez, Pedrés, como testigo. Su confirmación llegó dos meses después, el 13 de mayo de la mano de Rafael de Ortega. Permaneció inactivo entre 1959 y 1962 y en 1963 volvió a vestir de luces, pero solo en siete ocasiones.

En 1965 vivió alguno de sus grandes momentos como torero, como cuando cortó dos orejas en el coso de Las Ventas y salió por la Puerta Grande. En 1966 fue premiado con la Oreja de Oro y pasó a la historia del toreo tras una antológica corrida en la Feria de San Isidro de Madrid, en la que dio 70 muletazos a Atrevido y un toro ensabanado de Osborne. Se alejó de los ruedos de forma definitiva en 1992, aunque siguió laboralmente vinculado al mundo del toro.