Jesús Hernández Gallardo

La política en España es ese lunar oscuro que nos afea como país, la sombra que nos invade con su capa a todos por los deméritos de los propios políticos, que con su pertinaz obstinación se enrocan en posiciones inmovilistas que atascan cualquier resquicio de iniciativas que se pudieran plantear.

Ahora, una vez finalizadas las vacaciones de una mayoría de españoles, regresa el fantasma del desacuerdo, las infructuosas negociaciones de un Presidente del Gobierno en funciones sin ánimo de acordar nada, sin expectativas de cercanía a ningún otro grupo político que pueda apoyar, se están agotando plazos para adentrarnos a todos en unas nuevas Elecciones Generales.

Parece una partida de ajedrez abocada a las tablas, donde los movimientos de estrategia son temerosos, sin arriesgar, sin pensar en triunfar y sin dejar ninguna pieza en las garras del rival político. Estamos condenados al retraso de intenciones, que lo representan las nuevas Elecciones. Los estudios estadísticos de expertos parecen confirmar que la tendencia de voto pasa por un aumento de ventajas del progresismo social, al menos es el farol mantenido que se airea a bombo y platillo por cualquier técnico en la materia, eso de ser verdad, da ventaja a Pedro Sánchez, aunque cualquier pequeño desliz o toque de ingenio, daría un fuerte empujón a la balanza y decidiría un panorama de mayor compromiso con España, es decir, con todos nosotros.

Los golpes bajos aparecen en el escenario de la actualidad, los periódicos de corte progresista van de nuevo sacando los trapos sucios de tiempos pasados, se citan las corrupciones de antaño, se nombra a la Gurtel, los escándalos de muchos años atrás que, erre que erre, se presentan para lastrar de nuevo a la derecha española. Espero que no se contraataque con los Eres, ni que entremos de nuevo en ese eterno "y tú más".

Aquí nadie mueve un dedo, los unos por no tener interés en nada nuevo, quizá la vagancia y el exceso de comodidad, viviendo aborregados en sus escaños de las Cortes y los otros, por encontrarse también a gastos pagados, bien desahogados pisando tarima y pendientes del peso del voto en las urnas. Los únicos perjudicados debemos ser los españoles, que consentimos esta cómoda postura de estos oportunistas de la política que, en el fondo, se ríen de todos nosotros, viven a nuestra costa y no tienen un ápice de dignidad.

Mientras tanto aparecen por el horizonte social los fantasmas de aumento del paro y del menor consumo. Las conexiones con el futuro más cercano no son halagüeñas, más bien descorazonadoras y cargadas de nubarrones. Aun así, y con casi todo en contra, espero que pueda aflorar una cierta dosis de cordura y podamos salir del bache con optimismo.

Jesús Hernández Gallardo

Funcionario del Estado

Torrejón de Ardoz