29
Sep
2022
El vuelo del poder Imprimir
Punto D Vista - Otra mirada
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Jesús Hernández Gallardo

Me encantaría estar de manera perenne en fechas de distintas elecciones de políticos, sean de una administración, de otra o de cualquier ámbito que suponga una eléctrica tensión en sus candidatos.

Ellos en campaña, precampaña o meseta electiva están incómodos, como si su posadera temblara con cierto baile de san vito, inquieta y en volandas. Ser el ganador electoral les abre un inmenso camino para aplacar su furor interior, el ansia de mandar, de poder, de tener la impresión de poseer en la mano a toda una sociedad.

Los sumisos gobernados lo queremos ver como un servicio público al cual están destinados, por ser poseedores de un buenismo y altruismo fuera de toda duda. Pero, visto lo visto, entendemos que detrás esconden un apego atroz al sillón y cetro de gobernante, que les encandila, quizás como a un pirómano una fogata gigantesca que hipnotice sus sentidos.

Ante tal "enganche" se genera en el candidato un poder adictivo que les hace interpretar la realidad de muy distintas maneras, tantas que sus cambios de opinión, traducidos en volantazos o virajes, sorprenden sobremanera a la opinión pública y al más pintado ciudadano. Me estoy refiriendo en particular, centrando el comentario, en los barones socialistas, los que encabezan candidaturas para presidir las distintas autonomías de la geografía española.

Las intenciones de los populares, los partidos más moderados del Arco Parlamentario, tendentes a la derecha, han escurrido el impuesto de patrimonio y recortan igualmente el IRPF de la ciudadanía, como señuelo electoral. Han sido las iniciativas de Andalucía y Madrid, aprobadas por el candidato al gobierno de España Núñez Feijoo. Los opositores de izquierdas, con más posibles en los actos electorales, han puesto el grito en el cielo, tachando tal actitud de insolidaria con las arcas del Estado y otros muchos calificativos apocalípticos, entre otros, de beneficiar a los ricos y perjudicar a la "clase trabajadora". Lo han tachado como iniciativas desleales y de vergonzoso resultado, dada la comparativa de otros gobiernos autonómicos ávidos de recaudación. Ha sido una tónica generalizada en la reacción del mundo del PSOE sanchista.

Como he dicho antes, el cambio de opinión y estrategia política en periodo electoral es habitual, como un vapor que se va transformando sutilmente de manera delirante y como escape para ganarse el voto ciudadano de manera evidente y real. Es el caso del actual presidente de la Generalidad Valenciana Ximo Puig, como ariete socialista, ha roto estrategias y se ha lanzado a la deserción de las siglas que defiende del PSOE en la autonomía levantina. Dice que va a bajar diferentes tramos de IRPF, igualándose a la estrategia PP de Andalucía y Madrid, dándose cuenta que es la fórmula idónea para competir con sus rivales políticos. Por otra parte, los ciudadanos vemos estos gestos como un beneficio en favor de la ciudadanía en general, sabiendo que el afán recaudador del PSOE está siendo “mancillado” por uno de sus barones e intuyendo que no va a ser el único.

Ximo Puig lo ha hecho de manera sorpresiva, sin previo aviso o consulta con Pedro Sánchez y lanzándose, como gato panza arriba, arrastrándose en el combate autonómico y buscando alzarse al poder valenciano como un traidor que rasgue la cohesión recaudatoria de un socialismo absorbente y egoísta. Lo cierto es que no se trata de una postura insólita y rompedora, ya que el mismo Pedro Sánchez, hace un par de semanas, ha rebajado el IVA del gas y la energía, cuando se ha cansado de criticar la sugerencia previa del PP para que lo hiciera, como medida que aliviara la carga que viene soportando el ciudadano español. Como ya he dicho, es una dinámica adictiva al mundo político.

Las encuestas a la ciudadanía parecen bálsamos que se encargan de suavizar las pretensiones económicas recaudatorias y nos avalan como escudo que se enfrente al mundillo de politicastros baratos que tiemblan ante un puñado de votos que se les pueda cambiar al bolsillo de sus rivales políticos. Me gustaría, por esta razón, que las elecciones a cualquier trono de relieve político o trona de bajos instintos se convocaran cada año, y puestos a escoger, cada seis meses, para asegurar el menudeo y la súplica política para con sus válidos ciudadanos, los que les entronizamos o defenestramos del poder.

 

Jesús Hernández Gallardo

Exfuncionario del Estado

Torrejón de Ardoz