11
Oct
2020
Circo Político Imprimir
Punto D Vista - Otra mirada
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Foto cedida por CAMJesús Hernández Gallardo

Entiendo que a nadie le importa que a un cualquiera, como yo, se le pueda imputar de algo, de cualquier delito, por muy grave que fuera. Podría haber cometido una ilegalidad en cualquier actividad, cualquier descuido donde pueda impregnar a alguien en la sociedad. En este caso no saldría en ninguna noticia de prensa, tan solo en la citación judicial correspondiente y a sufrir el disgusto con la familia.

La verdad es que me preocuparía, intentaría encontrar la secuencia en mi mente o hallar la mácula en mi manera de actuar; en caso de estar convencido de lo contrario, buscaría al abogado que hiciera ver la inocencia en mi actuación, porque de eso trata la Justicia. Si es la Audiencia Nacional quien interviene, entonces mi preocupación aumentaría, porque habría presuntas evidencias de haber cometido un delito de cierta gravedad, relacionado con la Seguridad Nacional, narcotráfico, contra la Corona u otro de categoría reservada.

Mentalmente entraría en un laberinto de dudas, de lucha interna que me hiciera pasar momento de verdadera inquietud y sobrecogimiento de ánimo, estaría compungido y lloriqueante por las esquinas, ante el lastre que se me vendría encima, aunque estuviera convencido de mi inocencia. Es decir, hablando de manera coloquial: Estaría acojonado.

No es que personalmente maneje el área del Derecho, todo lo contrario, pero cualquiera estaría con blandura corporal ante este aviso jurídico. Pero en la política no caben semejantes sensaciones, estamos hablando de personajes que están muy por encima de cualquier juez, por muy de Audiencia Nacional que sea. Parece que la Justicia en estos casos es como una mosca cojonera tan solo, un guiñapo que se posa en el lomo de alguien y, con tan solo una sacudida del revés de una mano, lo alojas en el sinfín de una papelera mundana, porque al fin y al cabo, hablamos de todo un Vicepresidente del Gobierno de España, que no es moco de pavo.

Parece que la Justicia se convierte en un monigote, en un payaso del que todos se ríen, un don nadie y se pospone al último renglón de la agenda del emérito buscavidas de Podemos.

Aquí, en este circo, donde el juez García Castellón es el bufón justiciero, un iluso que pretende atajar las correría de un alocado top de nuestro parlamento, tal y como está el "agarre" al sillón vicepresidencial, le concedo muy poco recorrido. De inmediato saltarán a la prensa toda esa propaganda que explota la guardia pretoriana de Podemos, encabezada por el viperino Pablo Echenique y la Ministra Irene Montero. De momento, y para desviar el asunto, Irene Montero ha dejado flotante en el ambiente la posible reforma de la Ley del aborto. Tema éste que calienta a la derecha y agita la coctelera de manera ufana e impertinente; no lo es tanto en la actualidad, conociendo los ardides o señuelos con que se maneja esta nueva generación de gobernantes de la actual izquierda en España.

Este pitorreo que introduce este mundillo progre, que prevalece en el ambiente, está colocado como un cepo que paralice a cualquier togado que trate de incidir en estos iconos de la izquierda, siendo capaces de amotinarse y zancadillear las acciones que perjudiquen o ensucien la sacrosanta e impoluta labor parlamentaria de sus estrellas.

Las declaraciones de toda su guardia pretoriana están siendo una crítica destructiva y cómica para ese bufón de la Justicia llamado García Castellón. Se tacha a estos estamentos como los residuos del anterior régimen que siguen pululando en las instituciones más profundas y arcaicas del franquismo.

Los medios de comunicación favorables a Podemos y PSOE han saltado como un resorte ante esta noticia, han dejado patente que se trata de una intromisión sin justificación alguna en la figura de Pablo Iglesias. El Presidente del Gobierno y todos los miembros del mismo han salido en defensa del posible imputado, dando ese ejemplo que suelen dar en la actualidad de desprestigio a todas las instituciones de un Estado que parece devaluado en manos de estos gobernantes de campo. Se trata de la efervescencia de todo este mundo afín, reunida sin fisuras y dispuesta a ridiculizar una vez más a instituciones de primer orden.

Estamos en el gran espectáculo del circo, reflejo de una política en España que hace aguas, desacredita todo cuanto pasa por las Cortes y, en consecuencia, a todos los españoles.

 

Jesús Hernández Gallardo

Funcionario del Estado

Torrejón de Ardoz