30
Ago
2012
Stephen Hawking y el Big Bang comenzaron una espectacular ceremonia de inauguración para los Juegos Paralímpicos Imprimir
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Los Juegos Paralímpicos comenzaron con una gran gala. Foto cedida por CPEUn gran espectáculo de tres horas y media en el que se representó la historia del progreso humano

“No tiene nada que ver con la Inauguración de los Juegos Olímpicos”. Con esta sorprendente frase vendía el Comité Organizador de los Juegos de Londres la ceremonia de inauguración que se celebraba anoche en la capital británica. Y lo cierto es que no mintió. Por suerte para la imagen del país, la ceremonia estuvo en las antípodas del espectáculo de Daniel Boyle, ofreciendo una imagen sobria, culta y moderna de los organizadores.

Y es que esta vez se dejaron en la recámara los chistes de consumo interno para ofrecer un gran espectáculo en el que sobre el escenario del estadio olímpico se pudo comprobar la evolución del progreso humano desde el mismo Big Bang hasta el descubrimiento del Bosón de Higgs, enseñando una cara mucho más universal de Reino Unido.

La ceremonia comenzaba con la voz de Stephen Hawking presentando el inicio de la historia del Universo, un Big Bang simbolizado por una marasma de paraguas que se convirtieron en un ojo y después en el hemisferio norte de la Tierra. El ojo, símbolo de la curiosidad humana y el espíritu del progreso sirvió como presentación a la gran protagonista de la noche, la Miranda de La Tempestad de Shakespeare que fue acompañando a los espectadores en su viaje a través de la historia del conocimiento guiada por el mítico Ian Mckellen, uno de los grandes actores de teatro británico y que pasará a la historia como el Gandalf de El Señor de Los Anillos.

Y en su viaje fue pasando por la lucha entre fe y razón, simbolizada por una espectacular danza de fuego a imagen de los derviches turcos; la aparición de la Declaración de Derechos Humanos; y el descubrimiento de la gravitación universal por Isaac Newton, que convirtió el centro del escenario en un gran libro donde se desarrolló el último acto del espectáculo: Miranda, tras descubrir la ciencia de Newton y Hawking, viaja al futuro donde se encuentra con una preciosa metáfora; el colisionador de partículas contrapuesto a los movimientos sociales de comienzos del siglo XXI, crean un nuevo mundo en que el arte, el progreso y el espíritu de superación (una hermosa danza aérea entre un atleta sin piernas y Miranda), permiten a cualquier persona alcanzar sus objetivos y romper los metafóricos techos de cristal.

Esta preciosa representación, acompañada de los tradicionales actos de liturgia paralímpica: izado de la bandera, juramentos, discursos, y entrada de los atletas, precedió al acto final de la ceremonia, el encendido del pebetero olímpico. En esta ocasión, para encender los 205 pétalos que lo componen se optó por una metáfora de unión de los pueblos: cuatro antorchas han recorrido en los últimos días las cuatro naciones que componen Reino Unido, para reunirse un día antes y recorrer, como un único fuego las calles de Londres. Esa antorcha entró por los aires en el estadio en las manos de un soldado británico que se está preparando para ser paralímpico en los juegos de 2016. Después de otros dos relevos, la antorcha llegó a las manos de la primera medalla de oro paralímpica de la historia, una británica que alcanzó el primer puesto en la competición de Tiro con Arco en 1960. Ella era la encargada de encender el pebetero que lucirá durante los diez próximos días en la ciudad de Londres.

Y después de dejar un inmejorable sabor de boca en la inauguración, hoy comienza la competición, una competición en la que los españoles tienen mucho que decir: las primeras medallas para la delegación española pueden llegar del ciclismo en pista, donde se disputan las competiciones de persecución y el kilómetro; del Judo, con dos competidores en juego; del tiro olímpico, con otros dos atletas; y, sobre todo, de la natación, donde compiten quince españoles.