07 Dic 2025 |
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Se trata de una especie en peligro de extinciónLa Guardia Civil investiga a dos personas por tener seis Ajolotes Mexicanos en un comercio de Meco sin la documentación necesaria. Un ciudadano alertó a las autoridades al ver a estos animales, que están en grave peligro de extinción y bajo protección legal. Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) inspeccionaron el lugar y, al no encontrar la documentación para poseer estos anfibios, informaron a CITES, que se encarga de regular el comercio de especies amenazadas. CITES tomó medidas para rescatar a los animales y llevarlos a un centro autorizado. En las aguas quietas de los canales de Xochimilco, en Ciudad de México, sobrevive uno de los animales más fascinantes del planeta: el ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum). Este anfibio, venerado por las culturas prehispánicas y símbolo biológico del país, es hoy un emblema mundial de resiliencia… y también de vulnerabilidad. El ajolote es célebre por una capacidad única: puede regenerar partes enteras de su cuerpo. No solo repone extremidades perdidas; también es capaz de reconstruir tejidos de la médula espinal, porciones del corazón e incluso zonas del cerebro sin dejar cicatriz. Este prodigio natural ha convertido a la especie en objeto de estudio en laboratorios de todo el mundo, donde científicos intentan descifrar los mecanismos que podrían inspirar avances en la medicina regenerativa humana. Su aspecto también lo hace inconfundible: cuerpo alargado, sonrisa permanente y unas branqueas externas rojizas que parecen coronas de plumas. A diferencia de la mayoría de anfibios, el ajolote nunca completa su metamorfosis hacia la forma terrestre; permanece en estado larvario toda su vida, una característica conocida como neotenia. Esta peculiaridad le permite conservar su vida acuática y su apariencia juvenil. Pero la belleza y singularidad del ajolote conviven con una realidad alarmante. La especie está catalogada como en peligro crítico de extinción. La contaminación de los canales de Xochimilco, la introducción de especies invasoras —como carpas y tilapias— y la pérdida de su hábitat tradicional han reducido drásticamente sus poblaciones salvajes. Según diversos estudios, en apenas dos décadas la densidad de ajolotes en libertad ha caído de miles por kilómetro cuadrado a apenas unas decenas. Frente a esta situación, biólogos, comunidades locales y autoridades han impulsado proyectos de conservación que combinan ciencia y tradición. Entre ellos destacan los “chinampas refugio”, espacios agrícolas restaurados que recrean condiciones seguras para que el anfibio se reproduzca lejos de depredadores e intrusiones humanas. Además, diversos centros de investigación mantienen programas de reproducción en cautividad que buscan asegurar la supervivencia genética de la especie. Más allá de su valor científico, el ajolote es un símbolo cultural. En la mitología mexica estaba asociado al dios Xólotl, y hoy su figura aparece en billetes, caricaturas, museos y productos turísticos. México lo reivindica como una parte viva —aunque frágil— de su historia natural. El ajolote, con su capacidad para regenerarse, parece recordarle al mundo que la vida tiene formas sorprendentes de resistir. Su futuro, sin embargo, dependerá no de la biología, sino de la voluntad humana por preservar uno de los tesoros más extraordinarios de su patrimonio natural. |