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15
Oct
2016
Carmena quiere convertir el frontón en espacio cultural PDF Imprimir E-mail
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Foto cedida por Ayuntamiento de MadridAprobado el Plan Especial para restaurar el edificio

Recuperar el Beti-Jai, uno de los edificios más singulares de la ciudad, es el objetivo del Plan Especial que la Junta de Gobierno ha aprobado inicialmente. Dos son los objetivos del documento: por un lado, rehabilitar este singular inmueble - cuyo estado amenaza ruina y la pérdida de sus valores -, mediante la rehabilitación de las partes originales existentes y la recuperación de los elementos perdidos o arruinados. Para ello, el documento urbanístico define las condiciones de los usos a implantar en el inmueble y el marco de las obras permitidas.

Manteniendo el uso deportivo como actividad prioritaria, el Plan Especial introduce el uso de equipamiento cultural como uso alternativo, algo que permitirá implantar un programa de actividades destinadas al ciudadano, mejorar el nivel del servicio público y aumentar el número y calidad de las dotaciones de la ciudad. Al mismo tiempo, el Plan Especial anula la posibilidad de usos comerciales independientes del uso dotacional principal.

La ampliación del régimen de usos se considera como un factor determinante para facilitar la puesta en servicio del edificio y evitar la ruina del mismo a medio plazo, tras el largo período de inactividad y consiguiente abandono durante cerca de 30 años, a lo que se añade el que haya sido destinado a usos inadecuados que han tenido efectos negativos sobre su estado de conservación.

En materia de obras, el Plan Especial aclara los temas más controvertidos de la normativa, estableciendo las condiciones para la cubrición del patio y de la cancha de juego, la posible la construcción de un aparcamiento subterráneo o la ubicación bajo el patio del incremento de edificabilidad, todo ello de acuerdo con las directrices de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, órgano competente en materia de conservación del patrimonio histórico, que deberá volver a dictaminar sobre la propuesta concreta de obras, en su momento.

El ámbito del documento urbanístico afecta a la totalidad de la parcela, catalogada con protección 1 grado singular, donde se levanta el edificio: 3.609 m2 de terreno y una superficie construida de 4.579 m2.

El Frontón Beti-Jai tiene una tipología arquitectónica única a día de hoy en la ciudad. Se organiza en torno a un espacio al aire libre, de 67 metros de largo, 20 m de ancho en el que se ubica la cancha de juego. Por el lado oeste y norte está cerrada por un graderío. Al sur se cierra también con un muro para frontón adosado a la fachada interior del cuerpo que da a la calle Marqués de Riscal.

Realizado en diferentes estilos, destaca el eclecticismo de la fachada principal, el neo-mudéjar presente en las paredes del frontón y fachada posterior del cuerpo a calle y la arquitectura del hierro característica del siglo XIX en el graderío.

Las gradas tienen una capacidad aproximada para 4.000 espectadores y se articulan en cuatro plantas, cerradas al interior mediante balcones con barandillas y comunicadas entre sí a través de escaleras de madera. Se sostiene por medio de un entramado de columnas y vigas de hierro forjado, algunas de ellas curvadas para dar inclinación a las gradas, y presenta cubierta de madera. En los techos se conservan restos de frescos.

El Frontón Beti-Jai (siempre fiesta, en euskera) es una antigua instalación deportiva para el juego de pelota vasca, construida en Madrid a iniciativa del empresario José Arana, quien encargó el proyecto al arquitecto Joaquín de Rucoba (1844-1919) – autor de la plaza de toros de la Malagueta, el Ayuntamiento de Bilbao o el teatro Arriaga - en un periodo en alza del deporte de pelota, que llegó a contar con más de treinta instalaciones en Madrid.

Fue iniciado en 1893 e inaugurado en abril del año siguiente, y estuvo precedido por orden cronológico por tres frontones: Jai Alai (1891), Fiesta Alegre y Euskal Jai, buena muestra de la popularidad que alcanzó este deporte en la capital. Estuvo en funcionamiento hasta 1919. Con la Guerra Civil, sus instalaciones fueron reconvertidas en comisaría y, durante los primeros años del franquismo, sirvió como lugar de ensayo de bandas musicales vinculadas a la Falange Española.

A mediados del siglo XX, se vendió a la empresa Citroën, que lo utilizó como taller de reparación de automóviles. Estuvo sin uso desde 1989 y la cancha estuvo ocupada con distintas edificaciones, fue eliminado el graderío de la pista y cerradas las galerías de la planta baja y primera con tabiques de rasilla.

En 1997 el inmueble fue adquirido por la sociedad vasca Frontón Jai Alai, que inicialmente pretendía su recuperación para uso deportivo. Posteriormente, la propiedad pasó a manos de la empresa Aguirene.

El 27 de enero de 2011 fue declarado como Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento, por Decreto 6/2011 de 27 de enero (BOCAM 9 de febrero de 2011), del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid. En ejecución de las previsiones del Plan General que señala la parcela a obtener por expropiación, en 2010 el Ayuntamiento de Madrid inicia un proceso de expropiación que finaliza en 2015, año en el que pasa a propiedad municipal,

En la actualidad se están llevando a cabo obras de consolidación del edificio por la Dirección General de Patrimonio del Área de Gobierno de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid.

 

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