12
May
2013
Alcalá, ¿banco de pruebas para la Comunidad? Imprimir
Lente de Aumento - Análisis
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Si las encuestas aciertan, dentro de dos años la Comunidad de Madrid vivirá una situación política muy similar a la de Alcalá

En las últimas semanas, y hoy especialmente, se está hablando mucho sobre la posible moción de censura en Alcalá de Henares, una moción que exige ponerse de acuerdo a los tres partidos de la oposición en la localidad, y que hoy mismo vivirá un nuevo capítulo con la Asamblea socialista.

Pero la verdadera clave de bóveda, ignorada por los políticos tanto locales como regionales, no es el escenario local: este pacto para expulsar de la alcaldía a Javier Bello puede ser el experimento de como funcionaría un gobierno tripartito en la Comunidad de Madrid. Por eso, sus votantes (y también los de otras formaciones), deberían exigir claridad a los tres partidos implicados, para así saber lo que puede ocurrir en 2015.

Y es que, si hacemos caso a las encuestas, la situación política regional dentro de dos años puede reproducir exactamente la situación del consistorio complutense: un PP debilitado tras muchos años de gobierno, pierde la mayoría absoluta; un PSOE también débil no alcanza tampoco el nivel de voto necesario; una Izquierda Unida fuerte se convierte en elemento necesario para un gobierno de izquierdas; y una UPyD emergente decide, en última instancia quien gobierna; junto a una constelación de partidos pequeños que pueden dar la sorpresa y entrar en el Parlamento.

Con semejantes mimbres, la situación podría haber sido de ingobernabilidad, con un gobierno extremadamente débil incapaz de aprobar nada al tener enfrente a todo el Pleno Municipal. En esa ocasión a Alcalá le salvaron dos cosas: la Ley de Grandes Ciudades, que entrega casi todas las atribuciones a la Junta de Gobierno, y la decisión de UPyD de abstenerse en la investidura de Bartolomé González, permitiendo al PP gobernar.

Rápidamente, la situación se tornó insostenible, obligando al alcalde a dimitir dejando en su lugar a su número dos, Javier Bello, que llegó a un acuerdo de investidura con los magenta que permitieron a su partido mantener el poder. Pero por aquello de que “la letra lo aguanta todo”, el pacto entre las dos formaciones no duró demasiado. UPyD, en medio de la investigación de la Cámara de Cuentas de los últimos años del bartolismo, daba por roto el acuerdo y comenzaba a negociar la llegada de un nuevo alcalde.

Ahora, la situación vuelve al punto de partida, aunque con un escenario totalmente diferente, con 2015 como horizonte. Y es que los tres partidos tienen la oportunidad, si se ponen de acuerdo, de mostrar a sus electores, y a ellos mismos, como funcionaría un tripartito entre PSOE, IU y UPyD. Normalmente, una censura suele tener efectos devastadores en las aspiraciones electorales de un partido que aspira a gobernar (no es otra cosa que torcer la voluntad mayoritaria expresada en las últimas elecciones), pero la situación actual, sobre todo a nivel nacional, es totalmente distinta: el desencanto de gran parte de la ciudadanía, incluyendo muchos votantes del PP, es tal que la mayoría verían como un ejemplo de seriedad y estadismo que las formaciones de la oposición se pusieran de acuerdo para expulsar del gobierno local a un partido que ha defraudado a muchos.

Además, sería un serio toque de atención para un PP centrado en los recortes y que ha olvidado por completo que dentro de dos años hay elecciones municipales, y en tres, generales, y que, a día de hoy, perdería todo el poder que le ha costado más de treinta años conseguir. Así las cosas, Alcalá se perfila como el banco de pruebas perfecto de lo que puede ocurrir dentro de dos años en la Asamblea de Madrid, y la antesala de un gobierno tripartito.

Pero la situación complutense cuenta con demasiados frentes abiertos: el PSOE, en lugar de conseguir el apoyo del PSM, solo encuentra zancadillas en un Tomás Gómez más preocupado por mantener su silla que en restar poder a la oposición (el líder del PSM teme, con razón, crear el líder que necesita la creciente oposición al tomasismo. Si Pilar Sánchez Acera, sin ninguna victoria electoral a sus espaldas, estuvo a punto de apartar de la Secretaría General del partido a Gómez, al alcalde de la tercera ciudad más importante de Madrid no debería costarle demasiado); IU sigue mirando al futuro, esperando heredar en 2015 un gobierno local en el que siga siendo la llave de la gobernabilidad, e intentando que todo cambie para que todo siga igual; y UPyD busca demostrar a los ciudadanos complutenses, y por ende, a los madrileños, que pueden formar gobierno para convertirse en una alternativa seria de cara a la próxima legislatura.

El problema está en que ninguno de los tres partidos parece saber estar a la altura de las circunstancias, dando una imagen de sainete que conduce a la ingobernabilidad, o al inmovilismo, a aquellos lugares donde de la confluencia de sus intereses dependa el gobierno. Así, no es de extrañar que el único que salga beneficiado de la situación sea España 2000, al que algunas encuestas dan un poder muy importante de cara a la próxima legislatura en la localidad complutense.

Hoy todas las miradas estarán puestas en la asamblea socialista, ya que de su resultado, y de las consecuencias que tenga en un futuro, dependerá en gran parte lo que pueda ocurrir en pocos meses a todos los niveles.