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03 Jul 2020 |
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Genera ahogos si se lleva durante tiempo prolongadoTodos los años a la entrada del verano, alertamos sobre el peligro que las altas temperaturas pueden ocasionar a las personas expuestas en sus lugares de trabajo, especialmente si este riesgo no está incluido en los planes de prevención de las empresas. Este verano se prevén temperaturas más cálidas de lo normal en toda España, especialmente en el interior peninsular, con Madrid como epicentro, donde las anomalías térmicas podrían suponer entre uno y dos grados por encima de la media de los últimos años. Hay que señalar que desde el año 2000 se han detectado solo tres motivos para los grandes picos de mortalidad que hemos sufrido en España: la nueva COVID-19, cinco importantes epidemias de gripe en 2005, 2012, 2015, 2017 y 2018 y, finalmente, dos grandes olas de calor en 2003 y 2015. Las empresas tienen la obligación de proteger la salud y la seguridad de las personas trabajadoras ante todos los riesgos laborales, incluido el calor. Por ello, deben elaborar con la participación de la representación sindical, un plan de acción específico para este riesgo, como parte de su plan de prevención, listo para los días en que las condiciones ambientales estén más allá de lo que se considera “normal” en cada zona. Además, en las olas de calor deben intensificarse las medidas y conductas preventivas y extenderse a todos los ámbitos laborales que puedan verse afectados, con objeto de evitar el llamado golpe de calor, condición muy peligrosa que puede ocasionar pérdida de conocimiento, daño cerebral irreversible e incluso la muerte. Pero no se puede actuar solo cuando exista un riesgo extremo por estrés térmico. No son condiciones de trabajo inesperadas, deben estar previstas pues se repiten año a año, cada vez con más frecuencia, afectando a un amplio abanico de ocupaciones y actividades: tanto las que se realizan al aire libre con exposición directa al sol (obras de construcción, forestales, jardinería, mantenimiento de vías urbanas, agricultura, empresas turísticas y de ocio, depuración de aguas residuales...) como las que se desarrollan en lugares de trabajo cerrados, especialmente industriales, con procesos que aplican o generan calor, cuyas condiciones ambientales empeoran en momentos de altas temperaturas externas. Si la tarea requiere esfuerzo físico, que también genera calor, el riesgo es aún mayor. Este año, además, se debe analizar el uso de mascarilla como parámetro que puede agravar el efecto causado por el calor, pues son muchas las personas que manifiestan una sensación subjetiva de falta de aire y ahogo cuando usan la mascarilla durante periodos largos de tiempo, efecto agobiante que se intensifica con las altas temperaturas. Pero sabemos que, de momento, su uso es obligatorio en la nueva normalidad frente a la COVID-19 cuando no se pueda mantener la distancia social de dos metros, aunque suba el mercurio. No solo es una sensación subjetiva; algunos expertos indican que el ritmo del pulso y la respiración aumentan al cubrir nuestra cara con la mascarilla, que bloquea la entrada de aire frío lo que eleva la temperatura corporal, sobre todo por encima del cuello, que retiene aire húmedo, por lo que la garganta no se seca y la persona se olvida de beber por no tener sensación de sed, lo que podría acabar en deshidratación, problema importante con la subida de las temperaturas o ante una posible ola de calor. La mascarilla suele aumentar la sudoración, que resulta muy molesta y podría llegar a eliminar su protección adecuada, aunque no se tenga constancia del grado de deterioro que pudiera causar el sudor. En cualquier caso, si la sudoración fuese excesiva, habría que apartarse a un lugar en el que no exista riesgo de contagio, retirarla para ventilarla, siempre sacando las gomas o lazos de las orejas sin tocar la mascarilla y secar el sudor antes de volver a colocarla. Y descansar de vez en cuando, mientras se pueda mantener una distancia segura. Si se hubiese deteriorado en exceso, sustituirla por otra, aunque no haya pasado el tiempo establecido de utilización. En definitiva, la gestión del riesgo de calor en las empresas incluye la formación de un grupo de trabajo, con participación de la representación de las trabajadoras y los trabajadores, que garantice las siguientes actuaciones:
CCOO pone a disposición de la representación sindical de las empresas, así como de todas las trabajadoras y de los trabajadores, su equipo técnico en prevención para asesorarles en todo lo que necesiten en el teléfono 91 536 52 12 y en el e-mail: slmadrid@usmr.ccoo.es. |