23
Abr
2019
El Rey entregó a Ida Vitale el Premio Cervantes en Alcalá Imprimir
Zona Este - Sociedad Alcalá
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Foto cedida por Casa RealEs la quinta mujer en recibir el premio a lo largo de sus 42 años

Sus Majestades los Reyes hicieron entrega en la Universidad de Alcalá del Premio de Literatura en Lengua Castellana "Miguel de Cervantes" 2018, a la escritora uruguaya, Ida Vitale. A su llegada a la Universidad de Alcalá de Henares, Sus Majestades los Reyes fueron recibidos por la vicepresidenta del Gobierno, ministra de la Presidencia y Relaciones con las Cortes e Igualdad, Carmen Calvo y por el general jefe del Mando Aéreo General, José Alfonso Otero.

A continuación, Don Felipe pasó revista a una Compañía de Honores y seguidamente, ya junto a Su Majestad la Reina, recibieron el saludo del presidente en funciones de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán; el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao; el alcalde de Alcalá de Henares, Javier Rodríguez; el rector magnífico de la Universidad de Alcalá, José Vicente Saz y la directora general del Libro y Fomento de la Lectura, Olvido García Valdés. Ida Vitale, galardonada en esta edición de 2018, recibió a Don Felipe y Doña Letizia en la entrada del Paraninfo, a continuación dio comienzo el acto propiamente dicho, que estuvo precedido por la interpretación del Himno Nacional.

En su discurso, Su Majestad el Rey comenzó sus palabras recordando a las víctimas del atentado terrorista de Sri Lanka, y en especial, a la pareja española fallecida en el ataque. Posteriormente destacó que "El afán de universalidad de nuestro idioma, en el que se expresan 577 millones de personas de distintos países y climas, separadas y al mismo tiempo unidas por vastos océanos o cordilleras, anula las diferencias. Esa universalidad nos acoge como miembros de una gran familia y se manifiesta en toda su plenitud en la lengua literaria desde hace siglos, en la fraternidad de los diversos y cambiantes estilos que vinculan a Juana Inés de la Cruz o Teresa de Jesús con Gabriela Mistral o María Zambrano, y a ellas con sus lectores pretéritos, presentes y, sobre todo, futuros".

También subrayó que "Ella sostiene que cada escritor 'escoge su tradición'. El intercambio, el respeto mutuo y el acceso plural al conocimiento de sus años juveniles en el Uruguay son un ejemplo de cómo en periodos felices se fue creando, y a la postre consolidando, el espacio iberoamericano como un ámbito propio y singular, cuya identidad se arraiga precisamente en la lengua y su cultura, en 'una cultura de culturas', solidaria".

Don Felipe, sobre la obra de Ida Vitale, mencionó que "Sin prisa, pero sin pausa también, a sus 95 años Ida Vitale ha visto crecer una obra, exacta y mágica a la vez, que se ha impuesto por sí misma, persuadiendo a todos. Recientemente recordaba que, en un tiempo de lectores impacientes, y cito, 'la creación poética permanece como un gozoso misterio que se resiste a ser resuelto'. Pero añade que 'el placer de su desciframiento entusiasta libera una misteriosa energía', que mueve no solo páginas poéticas sino 'también la buena prosa del mundo'."

Con la interpretación del "Gaudeamus Igitur", por parte del Coro de la Universidad de Alcalá de Henares, se puso fin a la entrega del galardón. Posteriormente en el Patio Trilingüe se fotografiaron con la premiada, sus familiares y las autoridades asistentes al acto y a continuación tuvieron la oportunidad de conversar con los asistentes al acto.

Don Felipe y Doña Letizia ofrecerán en el Palacio Real de Madrid, el miércoles 24 de abril, el tradicional almuerzo que reunirá a las autoridades, académicos, editores, críticos, profesores, libreros y escritores, y en el que se homenajeará a Ida Vitale.

Durante el acto, Ida Vitale ha homenajeado a Cervantes y a 'El Quijote' y ha señalado que 'no sé por qué atribuí a ese libro la capacidad de precipitar hacia mí la buena voluntad del azar. Quizás simplemente buscaba una ocasión de dicha dispersiva, de claridad sin reserva, cuando el disfrute viene sin proponérselo a veces, acompañado de una sensación de penuria de gracias en la vida diaria y necesidad de gusto satisfecho, que depararán siempre las aventuras por las que ando tan a gusto cuando me reintegro al maravilloso mundo cervantino'.

También se ha referido al Premio, indicando que 'acepto que el azar o un orden regido por una mágica fusión de benévolos caprichos me han señalado, como en una época, aceptábamos algún suceso generoso, con alguien muy querido que ya no está a mi lado, suponiéndolo – así decíamos- manifestación de un eón bien dispuesto'.

El Ministro de Cultura, José Guirao, ha repasado la trayectoria vital y biográfica de la Premio Cervantes indicando que 'su poesía experimental y clásica, crítica con lo hecho y lo que se está haciendo en la tradición literaria, con la moral y la política dominantes, que busca el sobresalto dentro y fuera del poema, poesía tan depurada que podría parecer intelectualizada pero en realidad 'está transitada de un encanto secreto' gracias a un 'lirismo herméticamente contenido', y en conversación interrogativa con otras criaturas, sean o no humanas'.

Por otra parte, Su Majestad, el Rey Don Felipe VI, se ha referido a algunos de los 'maestros' literarios de Ida Vitale, como Bergamín y Juan Ramón Jiménez, agregando que 'sin prisa, pero sin pausa también, a sus 95 años Ida Vitale ha visto crecer una obra exacta y mágica a la vez, que se ha impuesto por sí misma, persuadiendo a todos'.

El alcalde de Alcalá de Henares, Javier Rodríguez Palacios, ha querido felicitar a la premiada y ha destacado que “Alcalá de Henares se ha sentido hoy orgullosa de recibir a Ida Vitale como nuevo Premio Cervantes. La entrega del Premio ha sido el broche de oro de un completo programa de actividades que hemos diseñado desde el Ayuntamiento. Es un día grande para Alcalá, -ha afirmado el alcalde- un día para celebrar y presumir de nuestra ciudad que hoy abre una ventana al mundo”.

El presidente en funciones de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán, ha asistido hoy al acto de entrega del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes a la poeta, ensayista y crítica literaria Ida Vitale. La ceremonia, presidida por Sus Majestades los Reyes de España, se ha celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá. En la obra de Vitale destacan títulos como La luz de esta memoria, Cada uno en su noche y Sueños de la constancia.

Por la tarde, en la Sala de Conferencias Internacionales, a las 18.00 horas, se celebraba un coloquio sobre la autora galardonada, que contaba con la presencia de Gabriel Saad, José María Espinosa y Pablo Rocca. Hoy, día 24, a las 19.00 horas, en la Residencia de Estudiantes (Madrid) tendrá lugar una lectura de poesía en homenaje a la premiada, en la que participarán Javier Rodríguez Marcos, Aurelio Major, Orlando González Esteva, Clara Janés y el también Premio Cervantes, Antonio Gamoneda. Ida Vitale será la encargada de cerrar el turno de lecturas.

Además, Ida Vitale regresará a la Universidad de Alcalá el día 26 para celebrar un encuentro con los universitarios, que tendrá lugar en el salón de actos, a las 12.00 horas y donde estará arropada por Antonio Fernández Ferrer, Orlando González Esteva y Aurelio Major. En este encuentro se presentará el libro ‘Resurrecciones y rescates’, editado por FCE y la UAH.  Después, a las 13.00 horas, se inaugurará la exposición ‘Ida Vitale. Palabras que me cantan’, en el Museo Luis González Robles.
La escritora cerrará la jornada en el Instituto de México en España, a las 18.00 horas, en un acto en el que se realizará un coloquio y se llevará a cabo las presentaciones de los libros ‘Resurreciones y Rescates’, ‘De plantas y animales’, y ‘Shakespeare Palace’

Ida Vitale nació en Montevideo, Uruguay,  en 1923. Poeta, ensayista y crítica literaria, representante de la poesía esencialista. Nació en Montevideo donde comenzó a estudiar Derecho en la universidad pero lo abandonó en 1946 para incorporarse a la Facultad de Humanidades y Ciencias. Donde ejerció la docencia como profesora de literatura de educación secundaria, tanto en Montevideo, donde residió hasta 1974, como en México, donde permaneció hasta 1985. Más tarde, en 1988, se marchó a vivir a Austin (Texas).

Fue discípula de José Bergamín, su profesor mientras éste residió en Uruguay, y también conoció a Juan Ramón Jiménez, quien contó con ella en una presentación de jóvenes poetas en Buenos Aires en 1948, y destacó de sus poemas su misterio y encanto. Considerada miembro de la Generación del 45, donde encontramos a otros grandes autores como Juan Carlos Onetti, Amanda Berenguer, Mario Benedetti o Ángel Rama, su primer marido, empezó a publicar sus poemas y reseñas en la revista Clinamen, que había fundado en la facultad junto con otros estudiantes. A partir de aquí su colaboración con revistas y prensa sería constante, colaborando con el diario El País o el semanario Marcha, y dirigiendo la página literaria del diario Época. En 1974 se exilia a México con su segundo marido, el poeta Enrique Fierro, donde continuó la docencia en el Colegio de México, además de su actividad literaria. Allí conoció a Octavio Paz y colaboró con sus revistas Plural y Vuelta. Sus artículos se publicaron también en México en Unomásuno, Diorama de la cultura, Semanario Cultural de Novedades, entre otros.

Fuera de México publicó en diferentes revistas como La Gaceta de Tucumán, Crisis de Buenos Aires, Écriture de Lausanne o Carte segrete de Roma. En Montevideo publicó en Marcha, Época y Jaque y otros, entre otras. En 1949 se publica su primera obra, La luz de esta memoria. Más tarde llegaron otras como Palabra dada (1953), Cada uno en su noche (1960), Oidor andante (1972), Jardín de sílice (1980), Paz por dos (con Enrique Fierro, 1994), Procura de lo imposible (1998), Reducción del infinito (2002), Trema (2005), Mella y criba (2010) y Majestad (2015). Muchas de estas obras han sido traducidas y también reunidas en diversas antologías, como Fieles (1976), Sueños de constancia (1988), 17 poemas (2010), Cerca de cien (2010) o la reciente Poesía reunida (2017). En prosa ha publicado Donde vuela el camaleón (1996), Plantas y animales (2003), El ABC de Byobu (2004), Léxico de afinidades (2006) o Shakespeare Palace (2018), además del cuento infantil El invierno equivocado (1999), y también el ensayo Arte simple (1937).

Es traductora de prosa, teatro y poesía, del francés, inglés, italiano y portugués, con publicaciones de versiones en español de obras de Emil Cioran, Luigi Pirandello, John Millington Synge, Simone de Beauvoir o Jean Genet. Toda esta vida dedicada a la literatura se ha visto recompensada con muchos galardones y reconocimientos, como en 2010 cuando fue nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad de Uruguay. En 2009 recibió el Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz, y después llegaron la Medalla al Mérito Cultural de la Ciudad de México Carlos Monsivais (2010) el Premio Internacional Alfonso Reyes (2014), el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2015), el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca (2016), el Premio Max Jacob de París (2017), el Premio FIL de la literatura en lenguas romances de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México, 2018) y, como reconocimiento más reciente, el Premio Cervantes 2018, en el que el jurado le ha otorgado el galardón «por su lenguaje, uno de los más destacados y reconocidos de la poesía moderna en español, que es al mismo tiempo intelectual y popular, universal y personal, transparente y honda».

Premios obtenidos

• Premio de Literatura en Lengua Castellana "Miguel de Cervantes" en 2018
• Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (Asociación Civil Premio de Literatura en Lenguas Romances.) en 2018
• Premio Bartolomé Hidalgo (Cámara Uruguaya del Libro) en 2017
• Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca (Ayuntamiento de Granada) en 2016
• Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (Patrimonio Nacional, Universidad de Salamanca) en 2015
• Premio Internacional Alfonso Reyes (México) (Gobierno de México, Secretaría de Cultura del Gobierno de Nuevo León, y otras) en 2014
• Medalla al Mérito Cultural de la Ciudad de México Carlos Monsiváis en 2010
• Premio "Octavio Paz" de Poesía y Ensayo (Fundación Amigos de Octavio Paz (México)) en 2009

Otras distinciones

• Doctorado Honoris Causa por la Universidad de la República, Uruguay 2010

El Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes es el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española.

La relación de autores premiados desde su primera convocatoria en 1975 constituye una clara evidencia de la significación del Premio para la cultura en español.

A este galardón puede ser propuesto cualquier escritor cuya obra literaria esté escrita, totalmente o en su parte esencial, en esta lengua. Pueden presentar candidatos las Academias de la Lengua Española; los autores premiados en anteriores convocatorias; las instituciones que, por su naturaleza, fines o contenidos, estén vinculadas a la literatura en lengua castellana, y los miembros del jurado.

Desde la convocatoria de 2008 la composición del jurado sigue un nuevo modelo que supone una mayor proporción de miembros designados por entidades de carácter electivo:

• Los dos últimos galardonados con el Premio de Literatura en Lengua Castellana “Miguel de Cervantes”.
• Un miembro de la Real Academia Española.
• Un miembro de una de las Academias Iberoamericanas de la lengua española.
• Cuatro personalidades del mundo académico, universitario y literario, de reconocido prestigio, propuestos, respectivamente, por: La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas.
• La Unión de Universidades de América Latina.
• El Director del Instituto Cervantes.
• El Ministro de Cultura..
• Dos miembros elegidos entre representantes de suplementos culturales de diarios, propuestos, respectivamente, por: La Federación de Asociaciones de Periodistas de España, una asociación de periodistas mayoritaria en Latinoamérica y uno a propuesta de la Asociación Internacional de Hispanistas, de nacionalidad no española ni iberoamericana.

Desde su creación el Premio se falla a finales de año y se entrega el 23 de abril -día del fallecimiento de Miguel de Cervantes - en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, cuna del escritor, por SS. MM. los Reyes de España.

El Ministerio de Cultura y Deporte concede el Premio Miguel de Cervantes a los escritores que contribuyen con obras de notable calidad a enriquecer el legado literario hispánico. Se otorgó por primera vez en 1976 a Jorge Guillén y desde entonces han sido 42 los autores galardonados. En 1979 el Premio se concedió ex aequo a Jorge Luis Borges y Gerardo Diego. Desde entonces, la orden de convocatoria contempla que el Premio no puede ser dividido, declarado desierto, o concedido a título póstumo.

Mediante la concesión de este premio, dotado con 125.000 euros, se rinde anualmente público testimonio de admiración a la figura de un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico.

Puede ser galardonado con el Premio Cervantes cualquier autor cuya obra literaria esté escrita totalmente, o en parte esencial, en castellano. Los candidatos al Premio los pueden presentar las Academias de la Lengua Española, los autores premiados en anteriores convocatorias, las instituciones que, por su naturaleza, fines o contenidos, estén vinculadas a la literatura en lengua castellana y los miembros del Jurado.

El jurado que ha concedido el Premio Cervantes 2018 a Ida Vitale ha estado formado por Carme Riera, representante de la Real Academia Española; Rafael Ángel Rivas, por la Academia Venezolana de la Lengua; Aurora Egido, por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE); Francisco Pérez-Arce, por la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL); Martín López-Vega, por el Instituto Cervantes; José Manuel Blecua, a propuesta del ministro de Cultura y Deporte; Concha Barrigós, por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE); por la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), Norma Valle y por la Asociación Internacional de Hispanistas, Christoph Strosetzki. Los dos últimos autores galardonados Eduardo Mendoza (2016) y Sergio Ramírez (2017) también han formado parte del jurado.

La jornada de entrega del Premio Cervantes comenzaba en Alcalá de Henares con el homenaje del alcalde, Javier Rodríguez Palacios, acompañado por los concejales y concejalas de la corporación municipal, a la estatua del escritor que preside la Plaza que lleva su nombre en la ciudad.  El homenaje ha consistido en la colocación de una corona de laurel a los pies del monumento que ha sido portada desde la puerta de la Casa Consistorial.

Por otra parte, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha visitado la Escuela Infantil ‘El Mamut de Villaverde’, en Villaverde,  con motivo del Día Internacional del Libro. Numerosas niñas y niños, acompañados de padres, madres, y parte del equipo docente del centro, recibían a la alcaldesa en un aula repleta de libros. La alcaldesa, que ha estado acompañada del concejal del distrito de Villaverde, Guillermo Zapata, y de la directora general de Educación y Juventud, Paloma Catalina, les ha leído parte del cuento Yo soy Zeta, el libro ilustrado que da la bienvenida a los bebés que nacen en Madrid, editado por el consistorio.

Durante la visita, Manuela Carmena ha señalado: “Hoy es un día importante para la educación y para la cultura, porque la lectura es sin duda una herramienta fundamental para promover conocimiento y para ayudar a la educación de las personas”. La alcaldesa ha subrayado la necesidad de fomentar el placer por la lectura desde la infancia, “algo que aquí veo que se hace de maravilla, porque tenéis una selección de cuentos maravillosos y muy apropiados para las edades de este alumnado”.

Yo zoy Zeta forma parte del objetivo del Ayuntamiento de hacer de Madrid “una ciudad lectora, que acerca los libros a sus nuevos habitantes, para que vivan siempre cerca de ellos y de sus historias que nos ayudan a descubrir el mundo y a tener una vida feliz”.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, participaba, por la tarde, en la lectura continuada de ‘El Quijote’ que se celebra todos los años para conmemorar el Día Internacional del Libro. La escritora uruguaya Ida Vitale, Premio Cervantes 2018, ha sido la encargada de iniciar la lectura y le han sucedido el presidente en funciones de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán, el ministro de Cultura, José Guirao, y la propia alcaldesa

Carmena ha leído el fragmento en el que Miguel de Cervantes ilustra la pasión del ingenioso hidalgo por los libros de caballería y cómo “se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio” de tal manera que se le secó el cerebro y perdió el juicio “del poco dormir y mucho leer”.

El presidente en funciones de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán, ha participado en la tradicional lectura pública del Quijote que se celebra durante 48 horas ininterrumpidas en el Círculo de Bellas Artes. Se trata de una de las actividades con las que se conmemora el Día Internacional del Libro y que ha comenzado con la lectura de Ida Vitale, que hoy ha recogido el Premio Cervantes 2018 en una ceremonia presidida por los Reyes de España. También han participado los consejeros del Gobierno regional de Cultura, Turismo y Deportes, Jaime de los Santos; de Educación e Investigación, Rafael van Grieken; y de Justicia, Yolanda Ibarrola.

La Comunidad de Madrid se une a la celebración del Día del Libro a través de una nueva edición de La Noche de los Libros el próximo viernes, 26 de abril. La Real Casa de Correos y las calles de la región se llenarán de literatura y rendirán homenaje a Lorca en el centenario de su llegada a Madrid. La Noche de los Libros ofrecerá conversaciones entre el escritor Enrique Vila-Matas y la periodista y escritora Inés Martín Rodrigo; entre los escritores Fernando Aramburu (Patria)y Manuel Vilas (Ordesa); y entre la autora Donna Leon (Muerte en la Fenice) y la periodista Berna González Harbour (El sueño de la razón). En la Real Casa de Correos, La Noche de los Libros finalizará con la puesta en escena de las cartas de Lorca –interpretado por Javier Ballesteros- a su madre, a quien dará vida la actriz Consuelo Trujillo.

 

Discurso de Ida Vitale tras recoger el Premio Cervantes 2018

Majestades, autoridades, señores y señoras del jurado, señores míos en general que con su presencia me aceptan y agasajan

Debí pensar y escribir lo requerido para una ocasión que habiéndome llegado tarde, realmente me sorprendió: pudieron sobrar oportunidades de imaginarla, pero muchas cosas obvias y muy poco concebibles requisitos me hubieran llamado a un sensato equilibrio. Pero lo inconcebible llegó en un momento en el que la opacidad del descenso imprime en mi vida una geometría ilógica e imprevistos recaudos. Acepto que el azar o un orden regido por una mágica fusión de benévolos caprichos me han señalado, como en una época, aceptábamos algún suceso generoso, con alguien muy querido que ya no está a mi lado, suponiéndolo – así decíamos- manifestación de un eón bien dispuesto.

Ahora seres benévolos y palpables movieron las piezas de un superior ajedrez, situándolas en posición favorable y acá estoy, agradecida, emocionada. Recuerdo mis inquietudes en un camino de montaña alto y estrecho por el que me llevaban en auto a una velocidad que pensaba inadecuada. No era un sueño. Esto, claro, tampoco lo es. Por eso mismo, prefiero ser consciente y agradecer, claro, en español, cosa que, además, es un valor añadido a la felicidad de este instante.
Busco una más cómoda aceptación interior de lo nada esperado, ya que suelo ser escéptica o descreo con familiaridad de tantas cosas, pero a la vez tengo una fabulada confianza, sin duda de origen infantil, en los pequeños desajustes con lo racionalmente ordenado, en las coincidencias, sin siquiera razonarlo mucho. Estos días, casual y repentinamente me tocó oír dos veces Pompa y circunstancia, pese a que Elgar no es un músico que integre mí parnaso musical establecido, frecuentado. También, ya de regreso definitivo a Montevideo, ordenando y reordenando la biblioteca, no dejé de detenerme en la sección cervantina, en las diversas ediciones repetidas de don Quijote, conservadas por distintos motivos todas, cuando las reiteraciones de otros autores suelen ser rápidamente corregidas, siempre en busca del espacio que tanta falta me hace. Pero este tema de las coincidencias, casualidades o registros orientados u obsesivos, integran el capitulito poco analizado y compartido, en general reservado, de las manías personales.

Los libros que integraron una biblioteca “mía”, forrada y presuntuosamente numerada, eran libros para niños, algunos pronto relegados. En virtud de un proyecto claramente pedagógico, me correspondía limpiar un pequeño librero abierto del escritorio los sábados por la mañana. Mucho de su contenido no estaba en español. Sobre la casa planeaba, no diré la sombra sino la luz de mi abuelo italiano, abogado y culto, que en su viaje desde el Palermo natal hasta el Uruguay había sido acompañado por Homero, en edición bilingüe greco-latina, junto con el espíritu garibaldino que un día yo sentiría presente en la familia, constituyéndose en un héroe casi doméstico.

Es, pues, normal que entre mis primeros embelesos en el campo de los libros adultos aparezca Ariosto, - cuando ya la imborrable profesora de italiano, me hubiese permitido tantear, por mi cuenta, con abuso del diccionario, sus fantasías gratísimas. Le donne, i cavalier, l’armi, l’amore formaban ese escenario, para mí novedoso, donde encontraría anillos con poderes, caballos alados, magas que evocan las sombras de futuros descendientes de Bradamante, aquí el hipogrifo, más allá una sirena, luego un mirto que habla y es en realidad Astolfo, paladín de Francia convertido en planta. En fin, que este mundo de transformaciones que a cada paso surgen, irreales, me encanta pero no me prepara ni siquiera para la Galatea.

Mi devoción cervantina carece de todo misterio. Mis lecturas del Quijote, con excepción de la determinada por los programas del liceo, fueron libres y tardías. En realidad, supe de él por una gran pileta que, sin duda regalo de España, lucía en el primer patio de mi escuela. Allí nos amontonábamos en el recreo en busca de agua, y día tras día, me familiarizaba con las relucientes baldositas que contaban, sobre inolvidables cielos azules, la policróma historia que, según supe luego, era la de aquellos desparejos jinetes.

No faltan claro, los molinos, los muchos episodios en que don Quijote terminaba por los suelos. Ya adolescente, me regalarían el volumen ilustrado y muy cuidado, que todavía prefiero a la menos infantil edición de Clásicos Castellanos, cuyos ocho volúmenes son menos traslaticios. El ambular del Quijote lleva consigo la convicción de que hay un mago enemigo que transforma “a la sin par Dulcinea en una aldeana fea y olorosa”, y está detrás de los numerosos percances que sus obsesiones le deparan al pobre don Quijote.

Pero, ¡qué discreción, qué respeto muestra Cervantes por su personaje! En vez de rodearlo de magia y hechizos auxiliares, de poner a su héroe a disposición de tortuosos espíritus malignos hace que, una y otra vez, todos sus tropiezos nazcan de él mismo, de esos deslices de sus nítidas construcciones mentales, del adquirido delirio causado por peligrosas lecturas, deslices, que tanto pasman, fascinan y encabritan a Sancho, y lo llevan a someterse una y otra vez a la voluntad de quien lo arrastra a aventuras del todo ajenas.

Se suele aceptar como buena la motivación dada por Cervantes para su Quijote, de desprestigiar las novelas de caballerías. Pero no hay que olvidar la cuna desdichada que su obra tuvo: “Argel, Sevilla, fantasía, desengaño” es decir preso, pobre, enfermo, sin la protección que dedicatorias a altos señores podrían haberle guardado, como José Echeverría singulariza el período de su escritura. La concepción de un personaje que va, libre, por el mundo, fraguando su vivir, aunque de error en error, (donde otro personaje, el Cautivo dice: “jamás me desamparó la esperanza de tener libertad”) debería ser un respiro, aunque al fin para él todo concluya en la verdad innegable: “Y al fin paráis en sombra, en humo, en sueño”, como concluye uno de los sonetos que cierran la primera parte. Pocos personajes han sido, como Quijote, habitados -más que obsedidos- por lo real. Porque aun lo que es astuta malquerencia vestida de supuestas precipitaciones mágicas, tiene detrás acciones de criaturas humanas, que pueden ser malignas y burlonas, pero siempre comprensibles, terrestres y sin inexplicables auxilios divinos.

Muchas veces lo que llamamos locura del Quijote, podría ser visto como irrupción de un frenesí poético, no subrayado como tal por Cervantes, un novelista que tuvo a la poesía por su principal respeto. Pero podríamos poner en la boca del por lo general descalabrado personaje, unos versos muy posteriores de Beaudelaire: “J’ai gardé la forme et l’essence divine de mes amours décomposés”.

Cervantes, como precisa José Miguel Marinas, es “el primer alegorista de la ética moderna” y va sobreviviendo a las menguantes transformaciones de ésta. Mis lecturas del Quijote, con excepción de la primera, dispuesta por lo programado por la enseñanza o, bien pudiera ser, por el paciente tío Pericles, al que recuerdo bien dispuesto a traducirme Goldoni y soportar mis protestas cuando demoraba algún pasaje por surgirle alguna duda lexical o por estar organizando cómo sortear un pasaje considerado “no apto” para mi edad. Pero no me gustaba que se me leyera, cosa a la que me veía reducida porque muchos de los libros de los que podía disponer no estaban en español.

Crecía, no diré la sombra sino la luz de mi abuelo italiano, al que no llegué a conocer, abogado, culto, que había acompañado su viaje al Uruguay desde el Palermo natal con Homero en edición bilingüe greco-latina. Mis primeros embelesos los debí a Ariosto. Más tarde llegaría un Dante ya obligatorio, cuyo humor, para mí inexistente, se reducía al “Pape Satán, Pape Satán, alepe”, además incomprensible. Ya entenderán mi entusiasmo, mi devoción total cuando intimé con aquella pareja española tan tiernamente compatible, entre sí y con una lectora inocente y deseosa de amistades literarias a su alcance, ese Quijote y ese Sancho que hablaban de “otra” manera, que acepté de inmediato, como un lenguaje que me integraba a un mundo en el que, sola, me sentía acompañada, capaz de manejarme en él como si fuese el mío propio.

En el Persiles y Sigismunda dirá Periandro: “La salsa de los cuentos es la propiedad del lenguaje en cualquier cosa que se diga”. Todavía me felicito por haberme interesado más que en las aventuras, en el lenguaje en que me eran contadas. Virtud siempre lograda de Cervantes ha sido no echar mano de milagros de los usuales
en las novelas que no se privaban de gigantes y monstruos, cuando un argumento descontrolado las requería. Uno de los pasajes de Persiles y Sigismunda trae “una mujer voladora” que aparece bajando del cielo. Pero enseguida se aclara “que era una mujer hermosísima, que habiendo sido arrojada desde lo alto de una torre, le sirvieron de campana y de alas sus mismos vestidos”. “Cosa posible sin ser milagro”.

“Los encantadores pueden quitarme la aventura, pero el entusiasmo y el valor nunca”. Había dejado dicho Garcilaso: “No me podrán quitar el dolorido sentir. Lo que se ha llamado perspectivismo lingüístico alude al hecho de que cada personaje sea visto a través de su lenguaje, por el que está pintado, completado, dentro del acabado empaste que fluye por una obra de pasmosa unidad.

Toda la gracia proviene de que el Quijote haga de las suyas “cuando ya no se usan los caballeros andantes”. Radica en ello su razón de ser, el más sutil de los méritos de la obra. Nos reclama la inacabable virtud del libro: exigirnos la fidelidad atemporal a lo que, lector tras lector y época tras época, se ha ido consagrando, como un venerable sostén de la herencia humana.

Luego de las primeras lecturas del Quijote, las hubo reiteradas, más difíciles de determinar porque, parciales, se aplicaban, aquí y allá en el texto, con una determinación vagamente Zen o simplemente mágica: la elección del capítulo podía deberse al azar o a un vago recuerdo que podría suponer que allí encontraría una aprovechable aplicación a un tema importante en ese momento para mí, en busca de alguna iluminación necesaria o por recordar con suma precisión la felicidad de primer encuentro con aquellas páginas. No sé por qué atribuí a ese libro la capacidad de precipitar hacia mí la buena voluntad del azar. Quizás simplemente buscaba una ocasión de dicha dispersiva, de claridad sin reserva, cuando el disfrute viene sin proponérselo a veces, acompañado de una sensación de penuria de gracias en la vida diaria y necesidad de gusto satisfecho, que depararán siempre las aventuras por las que ando tan a gusto cuando me reintegro al maravilloso mundo cervantino.

Pero considerarlo maravilloso me obliga a hacer distingos. Cervantes, que en la Galatea buscó someterse o simplemente aceptar la novela pastoril –que implicó tantas veces unir realidad e irrealidad o fantasía- se movía con castiza normalidad en lo real. “Ellos fueron santos y pelearon a lo divino y yo soy pecador y peleo a lo humano” dice don Quijote, que tantas veces se acepta perseguido o gobernado por malignos poderes, pero sin nunca encumbrarse ni claudicar.

Con todo lo que las afirmaciones de don Quijote, prudente y aun sabio, me reclaman de acatamiento, para terminar debo disculparle una afirmación que como suya, podría ser aceptada sin más “que no hay poeta que no sea arrogante y piense de sí que es el mayor poeta del mundo”. No es mi caso, puedo asegurarlo. Sin duda, don Quijote no imaginó jamás que ese género femenino al que se consideraba por oficio llamado a honrar y defender, pudiera caer en tan osada pretensión. Y en eso, estoy segura que acertó.