Se cumplen 16 años de la muerte del alcalaíno
El 10 de julio de 2009, Daniel Jimeno, un joven de 27 años originario de Alcalá de Henares, perdió la vida durante el encierro de San Fermín en Pamplona. Este evento, que atrae a miles de corredores y espectadores cada año, se vio marcado por la tragedia cuando un toro de la ganadería Jandilla, conocido como Capuchino, le corneó en el cuello. Este incidente se produjo en el tramo de Telefónica, a pocos metros de la plaza de toros de Pamplona, y se convirtió en la última muerte registrada en los encierros de San Fermín.
Jimeno, un corredor experimentado y apasionado de los encierros, se encontraba participando en la festividad cuando, tras ser golpeado por el costado de uno de los toros, cayó al suelo. En un momento de fatalidad, no tuvo tiempo para reaccionar adecuadamente y se quedó sentado, lo que le dejó vulnerable ante el ataque del toro. El asta de Capuchino penetró en su cuerpo, afectando gravemente su región supraclavicular izquierda, lo que resultó en lesiones fatales que incluyeron daños en el pulmón izquierdo y la ruptura de la vena cava y la aorta. Su muerte fue certificada a las 8:45 horas en el hospital de Navarra.
En un principio, la identidad de Daniel no se conocía. Sin embargo, se dieron a conocer ciertos detalles que facilitaron su identificación, como un anillo con una inscripción que decía 'Cris, 25 de noviembre de 2003' y un tatuaje de un indio en su brazo. Estos elementos llevaron a sus padres y a su novia a presentarse en el Hospital Universitario de Navarra (HUN), donde temían lo peor. Desafortunadamente, confirmaron que el fallecido era su hijo, Daniel.
La noticia de la muerte de Daniel causó una profunda tristeza en su ciudad natal, especialmente en su barrio, el polígono Puerta de Madrid, y entre los miembros de la peña festiva a la que pertenecía. La capilla ardiente, donde se dio el último adiós a Daniel, se convirtió en un símbolo del dolor colectivo, con la presencia de autoridades locales y la entonces alcaldesa de Pamplona, Yolanda Barcina, quienes acompañaron a la familia en su momento de duelo.
Desde aquel trágico día, cada 10 de julio, los padres de Daniel mantienen viva su memoria al colocar un ramo de flores en el poste 66 de las talanqueras, en el mismo lugar donde ocurrió el fatal accidente. Este acto conmemorativo se ha convertido en un ritual que simboliza el recuerdo de su hijo y su amor por los encierros de San Fermín. Daniel es recordado como el último de los 16 corredores que han perdido la vida en la historia de estos encierros, un hecho que resalta la peligrosidad inherente a esta tradición. |